Óscar confiesa a su familia que quiere ser una cigala. Estos lo aceptan y lo toleran desde el primer momento organizando una sesión con su psicóloga, experta en disforia de especie, y dándole todo su cariño y apoyo. Al menos aparentemente. Basada en la idea de la búsqueda de identidad de género, esta comedia negra es un viaje que, como reza el prólogo, «transcurre entre el consciente y el inconsciente de los personajes. La vida real y lo que desean, temen, sienten o realmente piensan».
Óscar quiere ser una cigala no deja indiferente a nadie. Desde el comienzo, el público entra en un juego de empatías y desprecios con los personajes. Este juego llega a su cenit con un desenlace en el que es imposible no situarte como persona, justo en el momento cuando comprendes que esta historia surrealista está llena de historias reales.