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El cabaret nació para ser un espacio para la alegría y el desprendimiento de la dificultad diaria. Un lugar para aparcar las preocupaciones, disfrutar, reír… y eso, es lo que te propone Onírica.
Los principios de siglo siempre han tendido a la renovación. Nos da la sensación de que estas fechas tienen algo de especial, que el cabaret es espacio para la alegría y el desprendimiento de la dificultad diaria. De agudizar el ojo crítico con los tiempos que corren. Así surgió se popularizó 1881 en Le Chat Noir y así lo seguimos entendiendo. Así es, que en este cabaré recuperan la técnica de los ‘tableaux vivants’ tan utilizada en esa época. Consiste en representar obras pictóricas o escultóricas de la historia con los intérpretes. Su pieza favorita es La pietà deMiguel Ángel.
Onírica supone un deambular por los sueños de una sonámbula que parece no poder distinguir entre ficción y realidad. Un sin fin de personajes se presentan a perturbarla como si de un reflejo distorsionado se tratase. Una mezcla que usa en su estructura el francés, el italiano, el andaluz y el alemán. Con cante flamenco, teatro físico y una estética que bebe del icono Fernando Arrabal, esta obra es un grito femenino al estilo de Angélica Liddell y un puro desorden escénico inspirado en Rodrigo García. Una lucha interna hasta poder despertar.
