Todos los dolores que experimenta una persona a lo largo de su vida nunca se van del todo. Hay una parte de ellos que se queda amarrado al cuerpo, al pensamiento y al alma, creando así al individuo. Somos como somos por los dolores por los que pasamos.
¿Qué duele más, el estómago cuándo tenemos hambre, o el saber que no tenemos nada que comer? En Mi dolor es se da una respuesta visual a estos planteamientos, usando como material escénico objetos que tomarán diferentes significados, canciones que suponen algo más que una melodía, movimiento constante y una exposición real y viva por parte del intérprete.
Con una fuerte influencia de la autoficción, esta pieza de teatro de acción fusiona el pasado y el presente, confunde y deja cosas muy claras, apela al público y le cuenta cosas, y le deja también ver. Como si se colase por un agujerito. Pero juega con él. Juega con él en la difusa línea divisoria que separa la ficción de la realidad, de lo que pasó y pudo haber pasado, de lo que su abuela le contó a Esther… y de lo que no.