Aurora, madre perfecta y tímida viuda. Emma, su hija rebelde y entrañable. El profesor torpe y seductor. El astronauta excéntrico y mujeriego. Cuatro personas que, a pesar de sus grandes diferencias, celebran la vida de cada día. La celebran con humor, lágrimas, ironías, enfados, gritos, risas… Esta vida que nos ordena al azar, que nos acerca y separa por lazos de sangre o de deseo, de forma misteriosa, cumpliendo mágicas constelaciones que no sabemos interpretar, y que ahí nos deja, en medio del viaje.
La madre, la hija, el profesor y el astronauta viven enredados en lazos amorosos que les hacen salir de las sábanas cada mañana. Transitan la vida veloces, con un corazón trepidante que apenas les permite gozar del fondo hermoso y profundo del paisaje. Merodean alrededor de la burbuja en la que todos queremos entrar para olvidar la angustia de la vida, para encontrar el placer infinito de dar amor y sentirse amado.
Amor. La emoción que necesitamos como alimento ecológico y esencial para despertar las hormonas de la felicidad. Pero cuando la vida tiembla y el temporal se lleva la ropa y tiritan de frío, el viaje se detiene. Ya no hay filtros, y con potencia salvaje aparece la fuerza del cariño que de golpe los coloca en el paisaje real de la vida. que los convierte en seres humanos completos. Imbatibles. Auténticos. Sinceros. Admirables. Verdaderos supervivientes.