Jugamos tan duro que nos hacemos daño es una pieza sobre la pérdida de la inocencia y la recuperación también de ella. Un viaje de danza, música, texto y performance en la que el individuo busca su identidad a través de las relaciones vividas y las distintas huellas que dejaron en él. Como tesoros ocultos que necesitamos desenterrar para poder entendernos, perdonarnos y celebrarnos a nosotros mismos.
Como ir a la isla de Nunca Jamás años después, desde la adultez que busca al igual que Peter, volver a esa sensación de desnudez victoriosa.