Por Juan Margallo
Y me pregunto yo…
Voy a cumplir dentro de poco 82 años
(revisando el texto, he de decir que ya había cumplido 77 cuando empecé),
y me planteo cuál es la razón que me anima a narrar estas anécdotas
cuando sé que no servirá para nada.
Tal vez la risa que me da el tratar de contar mis recuerdos más alejados sea suficiente.
Mucho de lo que ocurrió parece no solo mentira,
sino que nunca sucedió
de lejano que queda.
Y no es lo más lejano lo más difuso;
sino que, muchas veces,
cosas más cercanas en el tiempo son las más borrosas en la memoria.
Eso tiene la memoria:
Se acuerda de lo que le parece,
sin saber muchas veces por qué:
y hay años que parecen meses,
y días que parecen años
y sin saber por qué…, porque sí.
Siempre me ha gustado contar historias,
y algunas las tengo tan contadas
que, seguro, parecerán más literatura
que trozos de realidad.
Un cuadro puede ser realista o abstracto,
un reflejo de la realidad,
pero ni la fotografía recoge exactamente
lo que la cosa fue.
Y no es una advertencia de que lo que se cuenta aquí no sea real,
porque lo digo tal como lo recuerdo,
aunque no estoy seguro
de que sucediera exactamente cómo lo cuento.