Los últimos días de Marilyn están envueltos en un misterio inquietante, un sin fin de preguntas y ¿cómo no?; las buenas historias empiezan por el final.
En el interior de su casa, ella puede mostrarse tal y como es. Desmontar el mito, la leyenda, ese rol de ‘rubia tonta’, empoderarse y caminar hacia el futuro. Pero la soledad no es una buena aliada y en la noche, aparecen los monstruos, sus más leales y fieles compañeros. Es ahí cuando regresa la infancia, la doble, el miedo. La concentración se esfuma y ni el método de interpretación de Lee Strasberg puede ayudarla a preparar sus escenas. Todo se transforma como un fuego abrasador y el alcohol puro.