El triciclo es una de las primeras obras de Fernando Arrabal, máximo exponente del Teatro del Absurdo en nuestro país, en la que nos presenta, con toda su crudeza, a personajes despojados, a merced de la calle, y que sólo disponen de una propiedad, un viejo Triciclo en el que cada día dan viajes a los niños y niñas que hay en el parque, a cambio de unas perras, para poder tener un mendrugo que echarse a la boca.
Son personajes excluidos, pertenecientes a una escala social que pasa desapercibida en demasiadas ocasiones, pero que viven entre nosotros; la similitud con los actores y actrices de nuestra escuela es grande ya que muchos de éstos, personas con Diversidad Funcional, demasiadas veces no son tenidas en cuenta.
En esta adaptación a cargo de Nati Villar y llevada a cabo por la compañía de la Escuela Municipal de Teatro ‘Ricardo Iniesta’ (Premio Max de Carácter Social 2020), la obra está atravesada por la situación sanitaria y social absurda que vivimos en estos momentos de pandemia, y los personajes son víctimas directas: un payaso de circo y una trapecista que ya no tienen circo en el que trabajar, un hombre que vive en un contenedor porque se ha quedado sin casa, un menor no acompañado que encuentra compañía en la calle y que lucha en todo momento por encontrar recursos económicos para pagar los plazos del triciclo que les da de comer en una ciudad en la que los niños y niñas ya no salen a los parques…
Al otro lado, el Capitalismo salvaje, al acecho, dispuesto a servirse de lo que sea para seguir sosteniéndose, y los vigilantes de la ley, de una ley al servicio, demasiadas veces, de los que más tienen.