Por Álvaro Vicente/@AlvaroMajer
“Sin contrarios no hay progreso”
Sin combinación, sin fusión, sin mestizaje tampoco hay progreso. La cita que da título a esta página es de William Blake, poeta e ilustrador inglés que publicó a finales del siglo XVIII El matrimonio del cielo y el infierno, una suerte de imitación de la profecía bíblica en la que combinó prosa, verso, aforismos, ilustraciones, parodias, una mitología original, un canto político, manifiestos religiosos, toda una teoría de la percepción y varios descensos a los infiernos. Un desafío que toma Instituto Stocos para convertirlo en pieza de danza y máquinas, donde esos elementos que se fusionan en la obra de Blake, emergen del cuerpo de los bailarines en forma de entidades sonoras e imaginería visual desarrolladas mediante alta tecnología: modelos de inteligencia artificial y síntesis de sonido conectadas en tiempo real a los movimientos de los bailarines.
El Instituto Stocos es la fusión -también- de una bailarina y coreógrafa, Muriel Romero, y un compositor, Pablo Palacio. Sí, son españoles, pero han desarrollado su carrera fuera de nuestro país, porque aquí no ha habido en los últimos… no ha habido espacio para este tipo de proyectos. La expansión de la energía corporal de la danza a otras modalidades sensoriales gracias a la tecnología es su campo de investigación. En esta pieza analizan aspectos expresivos del moviimento como la energía, la fluidez, la simetría o la impulsividad. Stocos transforma el espacio escénico en un entorno reactivo que brota de la actividad corporal. Es como crear una realidad aumentada de la danza, llevando al límite la imaginación coreográfica.
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