Por Sergio Díaz
Foto: Sergio Parra
De nuevo Helena Pimenta. De nuevo un reparto de lujo (Joaquín Notario, Beatriz Arguello, Lola Baldrich, Rafa Castejón…). De nuevo llevado a cabo por la CNTC. De nuevo la versión de Álvaro Tato. De nuevo en el Teatro de la Comedia. De nuevo el Siglo de Oro. De nuevo el viejo Lope de Vega. De nuevo debemos estar agradecidos porque haya gente ocupada y preocupada en seguir montando estas joyas teatrales que deberían otorgarnos una enorme dimensión cultural y escénica a nivel planetarios que no sé si tenemos… En esta tragedia, Lope narra la relación amorosa del Conde Federico con Casandra, la joven esposa de su padre, el Duque de Ferrara, y la respuesta de este cuando descubre el adulterio. El tema principal de esta pieza es el honor, que se manifiesta en el castigo que el Duque impone a los amantes ocultando la causa real (su deshonor) bajo una falsa causa política.
Desoladora, hermosa, magistral, El castigo sin venganza nos ofrece un espejo trágico de la condición humana. Obra maestra de la senectud del Fénix, reflejo de su desencanto por la sociedad y el dolor de sus circunstancias personales y familiares pero, a la vez, audaz superación de un arte destilado y preciso ante la irrupción de los poetas y dramaturgos jóvenes que se van adueñando de la primacía escénica, este canto de cisne lopesco mantiene hoy la implacable vigencia del arte de la tragedia: un lúcido viaje a las sombras de nosotros mismos.