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El personaje de Jay Gatsby, creado por F. Scott Fitzgerald, creía firmemente en la promesa de que esa luz verde que contemplaba al otro lado de la bahía le traería la felicidad y le daría un sentido a su vida. Poco importa a nuestros objetivos si esa luz toma la forma de una mujer o la de un millón de seguidores en redes sociales, porque lo que nos proponemos es reflexionar sobre la obsesión por la consecución de ese sueño; la búsqueda de la felicidad y de aquello que nos haga sentir completos y dé un sentido a nuestro tiempo sobre la tierra.
Es algo que obsesiona a todos los seres humanos y hoy en día la búsqueda asemeja si acaso más críptica todavía, cuando el éxito se mide en el número de seguidores, los likes que obtenemos con nuestras publicaciones, el montante de nuestra cuenta corriente o la cantidad de objetos que acumulamos a nuestro alrededor.
Los personajes de Desmontando a Gatsby son seres de ceniza que vagan por el mundo del espectáculo obsesionados con la búsqueda de ese Santo Grial que promete convertirles en seres dorados y admirados por todos; el éxito y la fama como respuesta al existencialismo.
