Cuatro siglos después de Segismundo, la vida es peli. El cine ha marcado a estos cuatro amigos y así lo expresa Paloma en mitad de la noche: «¿A vosotros no os pasa… a veces no tenéis la sensación de estar en una peli?». Los otros la miran raro pero a partir de ahí, la noche parece convertirse en esa película, con escenas llenas de referencias al cine que aman pero también de frustración por no lograr diálogos dignos de trailer.
Están allí para despedir a Jaime, que se va a NY a intentar una carrera en Broadway. Pero nada más llegar, pierden las llaves de la casa rural y se quedan tirados fuera a la espera de la dueña. Una espera que se alarga más de lo previsto y que convierte la pregunta de Paloma en una especie de hechizo en el que la ficción parece poseer a estos amigos y la realidad evaporarse. Tanto que llegaremos a preguntarnos: ¿qué es realidad y qué es ficción?
La fantasía se impone en esta noche surrealista, porque la realidad empieza a pesar demasiado a estos cuatro amigos. Ninguno de ellos ha logrado nada de lo que soñaba cuando se conocieron. Demasiados años después, Antonio no es el gran director que prometía, ni Paloma su guionista ni Jaime un actor de éxito ni Irene la productora detrás. Parece que la vida no es como en las películas… Y Paloma vuelve a preguntar: “¿Y si soñamos mal? ¿Y si la vida es esto, y ya está?”
Aparecen los fantasmas y la noche termina en batalla. Cada uno por su lado pero todos unidos por la obligación de elegir cuánto quieren en sus vidas de fantasía y cuánto de realidad. ¿A vosotros no os pasa?