A las 4.48 se produce el período de lucidez en que todas aquellas personas que se encuentran sumergidas en el ininteligible mundo de la psicosis, gozan de una hora y doce minutos de cordura.
Esa cordura crónica que día a día, cuando salimos a la calle, tratamos de mostrar al Otro que nos mira.
Esa cordura que se coloca en tela de juicio cuando el rechazo, el deseo y la ausencia de éste, la autolesión y la falta de empatía se convierten en los protagonistas de nuestra existencia.
Validar, mirar, amar. Situarse en el lugar de ese Otro es lo único que nos puede ayudar a superar la violencia y el daño.