Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Estrenado en 2016, Lacura es un one woman show que no ha dejado de girar por España. Ya pasó por Madrid, pero era cuestión de tiempo que volviera, porque la arrolladora fuerza de la creadora canaria Bibiana Monje inocula una semilla imperecedera de razón y emoción a través de la exposición de sí misma.
¿Cuándo empezaste con este proyecto y con qué finalidad principal: duelo personal, acto terapéutico, psicoanálisis teatral…?
Empecé a escribir en septiembre del 2015 pero hacía un año que tenía el título en la cabeza (Lacura), el miedo y muchas ganas (a partes iguales).
Para mí este proyecto simboliza la libertad creativa sin excusas. Lo profesional en mi vida está absolutamente ligado a lo íntimo y personal. Me apasiona el teatro porque es el espacio más interesante que, hasta ahora, he encontrado para investigar esto de ‘estar viva’, la psique, lo humano…
La finalidad primera fue impulsada por ese deseo de saber hasta qué punto estamos conectados los unos con los otros. Recuerdo haber pensado “si es cierto eso de que ‘todos somos uno’ y yo me transformo es imposible que el público no lo haga”.
Por otro lado, respecto a los términos de ‘terapia’ y sus conceptos vinculados, para mí todo es terapéutico o contraproducente dependiendo de cómo lo vivas (pienses). Así es que sí, mis creaciones están enfocadas al des-cubrimiento de las mitologías que me he creído (inventado) mediante procesos personales fuertes, intensos y arriesgados que me ayuden a cruzar los límites y así descubrir la posibilidad de nuevos paradigmas. No he encontrado nada más potente que el arte escénico para desarrollar esta alquimia.
El texto juega con la confesión íntima y con la reflexión política (por aquello de que lo personal es político), conjugado con pasajes poéticos y otros llenos de humor casi desafiante por directo. ¿Te sale así o es fruto de un trabajo compositivo consciente y voluntario?
Creo que ambas cosas. Me sale así, y consciente de ello, lo ‘entutoro’ para investigar y realzar ese estilo de contrastes. Siempre me gustó ‘descolocar’ lo que apuntaba a colocarse, darle humor al tabú y cuestionar lo que parecía estar tan claro.
¿Hasta qué punto usas mecanismos de autoficción? ¿Juegas a lo que es verdad y lo que es mentira? ¿Es una especie de cuéntate tú y contarás el mundo?
¡Qué pregunta tan guapa! ¡Con esta podemos escribir tres revistas! (Risas) Me sale contestar con más preguntas: ¿existe algún género que no sea autoficción? ¿Qué es verdad y qué es mentira, real o imaginario? Este es el tema principal de Lacura, ¿qué cuentos me cuento? y por lo tanto ¿qué realidades experimento?
Si la pregunta iba más enfocada al morbo de saber si la anécdota personal descrita en la obra fue vivida como cierta te desvelo que sí (ahora que nadie nos lee), pero me he dado cuenta con este espectáculo la poca fuerza que tiene esa ‘anécdota’ frente a la verdad profunda y personal de cada uno (sea o no cierta), pues todos nos hemos encarnado en este espacio tiempo y de alguna forma compartimos herencia, dolores y sueños. Creo que por eso esta obra (a mis ojos) es tan poderosa, porque lo íntimo se vuelve universal en escena.
El tema de la familia y la educación. Esa abuela, esos padres ausentes, esa soledad, esa iniciación sexual llena de desinformación y, por tanto, de confusión y proto traumas… esto que ha marcado varias generaciones: ¿nos define a los hijos de la Transición?
No sé si define o no a los hijos de la Transición, creo que define a todos los hijos e hijas del mundo y de la Historia. Venir a este mundo inventado por otros es venir a ‘herirse’ (ficticiamente hablando, pues no hay pruebas aún de que esta dimensión material sea real), así es que tengas o no padres ausentes, con información o desinformación, creo que uno viene aquí a encarnar sus sueños, y el primer nivel del juego es entrar en un contexto que va ‘aparentemente’ en contra del objetivo.
Y el tema de la enfermedad, sobre todo la enfermedad psíquica o los trastornos emocionales, que uno no sabe a estas alturas qué inventa uno mismo, qué inventan las farmacéuticas o qué demonios… ¿a quién le interesa una sociedad enferma?
(Risas) ¡A todos nos interesa una sociedad enferma! Si no, no existiría. Es más fácil seguir creyendo que existe la enfermedad, lo peligroso, lo bueno o lo malo y seguir desempeñando así nuestro preciado rol de víctimas, que enfrentarnos a un sistema de pensamiento que pone en duda todo lo que hemos construido y por lo que tanto hemos luchado antes. Eso sería una apuesta demasiado arriesgada e incómoda para los hijos/as de nuestra cultura.
Y es la falta de responsabilidad –consciente o inconscientemente del mundo que estamos creando- otro de los temas principales de la obra: “…por lo tanto, enfermedad y remedio son parte de un mundo inventado que sólo existe si yo lo creo.”
Lacura es una muestra de exposición personal y artística brutal: ¿es un reflejo de estos tiempos en los que espacios público y privado han borrado totalmente sus fronteras?
Sí, es un ejercicio consciente de borrar fronteras, de desdibujar los límites entro lo íntimo y lo privado. Es una obra que propone la expansión de lo propio. Escribirla y compartirla es para mí lo más parecido a amar a un desconocido.
¿Cómo definirías la expresión artística resultante de todo esto que vemos sobre el escenario?
Como dijo el co-director Enrique Pardo ‘Lacura es un one woman show’, y no he encontrado aún una definición más acertada. Sin embargo, añadiría que este espectáculo multidisciplinar en clave de comedia busca precisamente eso, investigar en la mezcla de géneros y estilos teatrales. El resultado es lo que nos ha dejado tan contentos, la dificultad de definirlo.
https://youtu.be/9AWhfX8RpUI