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Ave, César, los que van a reír te saludan

“Hacemos una desconsagración y desmitificación del personaje”

La compañía portuguesa Companhia do Chapitô estrena en Madrid Julio César, su última creación que, narrada desde la comedia y su particular lenguaje escénico, aborda los acontecimientos de la vida de este personaje histórico. La obra podrá verse en Espacio Abierto el 1, 2 y 3 de diciembre y está recomendada para jóvenes a partir de 13 años.

 

Después de 39 obras, supongo que ya tenéis una legión de espectadores fieles en vuestro país y en España que esperan vuestro siguiente trabajo.

Somos conscientes de que hay un público que nos sigue desde hace tiempo, que conoce y aprecia nuestro trabajo, que espera con ansias nuestra próxima creación. Para nosotros es un placer y una alegría especial cuando nos presentamos ante un público que conoce a la compañía, hay una comprensión inmediata del juego y de los códigos propuestos, lo que redunda en que todos lo disfrutemos inmensamente. Por ejemplo, nos pasa con Espacio Abierto, volver a una casa que nos acoge desde hace cinco años es una maravilla.

 

La pregunta es obligada. ¿Por qué Julio César?

Júlio César sigue el deseo de volver a las creaciones originales en las que transformamos la historia universal en material para un espectáculo. Buscamos siempre trabajar a partir de fuertes referentes que formen parte del imaginario colectivo -de ahí que gran parte de nuestras obras sean adaptaciones de obras del repertorio teatral clásico o adaptaciones de obras de la literatura universal-, la historia también está llena de personalidades extraordinarias que vivieron en tiempos fascinantes que, con el tiempo, han impulsado la creación artística. Las vidas de Leonardo da Vinci, Camões y Napoleón Bonaparte ya han sido material de otras creaciones teatrales de la Companhia do Chapitô. Julio César, al tratarse de una figura estatal cuyo legado perdura hasta el día de hoy, nos interesa por el trabajo que podemos hacer de desconsagración y desmitificación del personaje. Date cuenta de cuánto de su legado es el resultado del uso histórico que se ha hecho de él para alimentar la narrativa autoritaria y patriarcal predominante.

 

La vida de Julio César es la historia de un conquistador implacable con final dramático. ¿Con qué pasajes de su vida os habéis quedado?

El mayor desafío habría sido compactar su meteórico ascenso militar y político, fruto de su determinación y coraje que, combinados con una inmensa inteligencia y ambición, le permitieron alcanzar logros notables en muy poco tiempo. Así que, contextualizar el momento histórico, la República, sus aliados y rivales, Craso y Pompeyo, el primer Triunvirato de la historia, la conquista de la Galia, la autoproclamación como Dictador Perpetuo y la traición de la que es víctima al final, han sido los puntos centrales. Aquellos aspectos que el público identifica más fácilmente nos interesan mucho porque nos coloca en una posición en la que podemos deconstruir la percepción general y tomarnos libertad para interpretar ciertos hechos históricos. No queremos hacer teatro documental-biográfico, queremos hacer comedia y llevar estos ‘monstruos’ a un nivel cotidiano con el que cualquiera pueda identificarse.

 

Ave, César, los que van a reír te saludan en Madrid

 

¿Qué característica o cualidad de Julio César habéis explotado más cómicamente?

Realmente la comedia no viene a través de las características de Julio César en particular, sino en que nos inspiramos en el imaginario popular de las representaciones de Roma y del notable personaje que fue nuestro protagonista explorando inconsistencias históricas. Disfrutamos imaginando una especie de documental en el que personas que vieron y estuvieron con Julio César vienen a compartir sus experiencias. Era una forma de tomarse total libertad al tratar con hechos documentados y destruir cualquier posibilidad de exactitud histórica. No tanto sobre los hechos en sí, sino más bien sobre la percepción de los mismos, el sentido de justicia, el coraje y aspectos como el bien y el mal. Nos interesa ese lado naturalmente perverso de la forma en que perpetuamos ideas y contamos historias.

 

En otros proyectos, algún objeto ha tomado un protagonismo especial en escena. ¿Cuál es en esta ocasión?

Los objetos que utilizamos en los espectáculos se caracterizan por ser objetos cotidianos, sencillos, que el público identifica y reconoce rápidamente, que tienen usos distintos a aquel para el que los empleamos. En esta creación seguimos esta lógica, buscamos material brillante, de un universo lúdico, que aporta cierto ingenio y sensación de juego al espacio escénico. ¡No revelaré más! (risas).

 

¿Ha habido algún pasaje de la vida de Julio César que os haya sorprendido especialmente?

Nos sorprendió descubrir que Julio César padecía epilepsia o una forma de epilepsia. Tuvo ataques en ocasiones que podrían haber sido fatales. La idea de que alguien se pusiera en el campo de batalla al mando de legiones de hombres -que lo respetaban mucho y estaban dispuestos a dar la vida por él- sabiendo que padecía una condición que en ese momento, además de intratable, era tema de mucha superstición, es impresionante. Con que si esto tuvo, o no, un uso político, sólo podemos especular.

 

Ave, César, los que van a reír te saludan en Madrid

 

¿Qué van a pensar de Julio César los más jóvenes tras ver el espectáculo?

Uno de los aspectos más interesantes que se llevarán, tras ver la obra, tanto los jóvenes, como cualquier espectador, es que no hay sentencias. No hay héroes ni villanos, hay circunstancias y personas, más o menos virtuosas, que se ganan la vida. Nadie responde a la pregunta de si fue un tirano que merecía morir o un héroe brutalmente asesinado por conspiradores. Quien quiera reinar en un mundo injusto, ¿tiene que ser un tirano? Esto lo dejamos a la reflexión de cada uno.

 

Después de estar tan cerca del personaje me gustaría que Chapitô dictara sentencia sobre Julio César como si estuviéramos en un circo romano. Dedo arriba o dedo abajo como ser humano, militar, político y por su importancia como personaje histórico.

Dedo arriba en todos los casos. Como curiosidad, queremos mencionar que la idea de un emperador romano lunático, que con los dedos arriba o abajo, decidía la vida y la muerte en las arenas no fue creada por Julio César. Los emperadores que le sucedieron y que heredaron el nombre de “César” fueron quienes implementaron esta tradición. Julio César fue un hombre que creía en las ideas de la República, pero que se perdió en algún punto del camino hacia la realización de un sueño de grandeza para Roma. Se volvió indistinguible de ese sueño, tal vez esa fuera su debilidad.

 

Ave, César, los que van a reír te saludan en Madrid

 

¿Vuestros próximos proyectos seguirán la misma línea de actualizar y versionar personajes clásicos e históricos?

Esta creación se mueve entre la reconstrucción histórica, el documental y la parodia, en busca de un dispositivo que ofrezca algo nuevo. En cualquier caso, nos quedó claro que, una vez más, lo que queremos hacer es contar historias. Este ejercicio de profanar figuras que son monumentos históricos sigue una lógica de cuestionar la realidad en la que vivimos, de una manera lúdica y sencilla. Me parece que por ahí seguiremos.

 

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