Por Antonio Miguel Morales Montoro

 

 

En cualquier lugar del mundo, dos hombres sentados.

Uno es mayor que el otro.

(Comienza hablando el hombre mayor, y cada doble espacio hay un cambio de interlocutor).

 

Aire.

Es necesario que tengan aire,

 

Claro.

¿Seguro?

Obvio.

Algunas veces lo olvida.

 

¿Quién?

 

Todos.

Lo olvidan todos.

 

¿Incluso yo?

 

No se salva nadie.

Usted tampoco se salva.

 

Es una puta locura.

No se salvan ni los reyes ni los hijos de los reyes.

Los príncipes.

Esos tampoco se salvan.

 

Esos también necesitan aire.

Una atmósfera limpia.

 

¿Y cómo se consigue?

 

¿Una atmósfera limpia?

Cuidándola.

 

¿Puede ser más concreto?

 

¿Nota la falta de aire?

 

Sí.

 

Es importante darse cuenta.

Así se puede poner remedio.

 

Dele ya.

¿Qué puedo hacer?

 

Cuide el entorno.

 

Ya.

 

Todos los detalles importan.

Si hay peligro hay peligro.

No puede ser un tramposo con usted mismo.

Hace falta aire y lo sabe.

Todos necesitan aire.

Pero no quiere reconocerlo.

 

¿Todos?

 

Todos.

Vuelvo a decírselo.

 

¿Y cómo sé si la atmósfera está bien?

No sé cómo poner remedio.

 

Cuando todos hacen lo que deben hacer la atmósfera está bien.

 

¿Puede ser más preciso?

 

Pongo un ejemplo.

Nunca se le ocurra poner a un personaje sentado en una tragedia.

En la tragedia los personajes deben estar de pie.

Si no, les falta el aire trágico.

Y a sus personajes les falta el aire trágico, porque los ha situado sentados.

Ni más ni menos que sentados en el centro de la escena.

 

Parece que voy comprendiendo algo.

 

Para construir un personaje empiece siempre por los pies.

Si no sabe cómo anda jamás va a saber cómo respira.

Y si el autor no sabe cómo respira el personaje, el personaje se ahoga.

Le falta el aire.

 

Exactamente.

 

Pues ahí fuera todos se ahogan.

¿Quién habrá escrito esta historia?

 

Sin duda un mal autor.

 

Sin duda un mal autor.

 

Se levantan y respiran hondo.

El hombre mayor se va.

El hombre joven saca un cuaderno y un lápiz de algún lugar, se tiende en el suelo y escribe.

Un gorrión sobrevuela la escena, pero él no lo ve.

Solo escribe.