¿Cómo surge el colectivo Mos Maiorum? ¿Quiénes formáis parte de él?
Ireneu Tranis: En 2014 yo volví de Londres habiendo visto diversos talleres teatrales hechos con la técnica del verbatim, que es reproducir testimonios grabados en escena palabra por palabra. Fue una técnica que me impresionó mucho ya que no la había visto nunca en España. Ese fue el primer motor para contactar con Alba Valldaura y Mariona Naudín, ex compañeras de estudios en el Institut del Teatre de Barcelona, para crear un espectáculo usando esa técnica. De ahí surgió nuestro primer espectáculo. De eso hace ya casi 10 años. Desde entonces hemos hecho ya 4 espectáculos y estamos en proceso del quinto. Siempre nos ha caracterizado un marcado contenido político, un formato inmersivo y, hasta ahora, cierto estilo documental.
Después de Turba, nuestro tercer espectáculo, Mariona dejó la compañía para centrarse en sus proyectos en solitario y, tras de un proceso profundo de reflexión y reformulación, decidimos continuar y entonces se incorporó Muntsa Roca en el apartado de producción. Así llegamos a la formación que somos hoy en día.
El nombre es una locución latina que se traduce como ‘La costumbre de los ancestros’. ¿Tiene algún peso ese significado en vuestro teatro?
Alba Valldaura: Efectivamente, Mos Maiorum es el nombre que le pusimos a nuestro primer espectáculo que hablaba sobre la migración y responde al hecho de lo que significa en sí ser ‘ser humano’. Es decir, migrar es un proceso que ha hecho la humanidad desde siempre, así como otros seres vivos a lo largo de su existencia, ‘la costumbre de nuestros ancestros’ es eso y lo reivindicamos como procesos naturales del ser humano.
También pensamos que el teatro como herramienta de catarsis colectiva y reflexión política es una costumbre ancestral, el origen primigenio del teatro en sí mismo. Así que lo convertimos en el nombre de nuestra compañía, porque nos gustaba el significado que tenía y lo que terminó siendo para nosotros. El signo de nuestro compromiso político y social a través de la Cultura.
¿Cuáles son vuestras líneas de actuación? Como decís, el compromiso social y político siempre va a estar implícito, ¿no?
Ireneu Tranis: Sí, claramente nuestra compañía es una herramienta política. Usamos este espacio artístico para hacer aflorar a la opinión pública debates que creemos que necesitan más atención. Cuestiones a menudo complejas que, en nuestra opinión, necesitan de más debate y reflexión. Nunca desde una forma maniquea, de buenos y malos, sino rica y compleja como la vida misma. De todas formas, siempre decimos que nuestra compañía no sólo hace política, sino que también hace poesía. El factor visual, poético, sensitivo, vivencial es un aspecto muy importante en todas nuestras puestas en escena.
¿Cómo es el proceso creativo de Mos Maiorum? ¿Cómo trabajáis para crear vuestras propuestas? ¿Tenéis roles definidos o varían en función de cada proyecto?
Alba Valldaura: En nuestra compañía trabajamos de forma colectiva los procesos creativos, aunque esto no quiere decir que todos lo hagamos todo, sino que no jerarquizamos los roles. Empezamos debatiendo sobre los temas que nos interesan y el porqué, nos ponemos de acuerdo de qué queremos hablar y empezamos un proceso de investigación. Paralelamente, definimos en qué roles nos ponemos cada uno a nivel artístico y de producción; dirección, intérprete, dramaturgia. Muchas veces estamos en dos de estos roles. También trabajamos con personas afines que no son miembros de la compañía pero sí que nos acompañan profesionalmente en muchos de los proyectos que realizamos.
Una vez hecha la investigación empezamos a trasladarlo todo en la sala de ensayo hasta llegar a tener una pieza escénica, trabajando cada miembro de la compañía en el rol establecido para el proyecto concreto que realizamos en ese momento.
Vuestro último proyecto es Solar, en el que habláis de la proliferación de las centrales solares en nuestros campos. ¿Por qué habéis elegido hablar sobre este tema?
Ireneu Tranis: Es un tema complejo que nos permite hablar de muchas más cosas. De hecho el tema no es la proliferación de centrales en sí, sino el modelo energético, la crisis climática y la despoblación del mundo rural, la pérdida de la colectividad y el individualismo. Son temas que están relacionados y nos permiten hablar de un marco mental que creemos obsoleto y que debemos superar.
Situáis la acción en un pueblo concreto y real de la provincia de Barcelona. ¿Os toca en algo de forma personal?
Alba Valldaura: Sí, efectivamente. En general, todos los temas que tocamos nos interpelan por una razón u otra. En este caso Martina Tresserra, amiga personal y actriz de la pieza, nos empezó a explicar un día de manera casual en una reunión de amigos la problemática que tenía con el hecho de que le pusieran placas solares alrededor de la casa de campo donde hacía 30 años que veraneaba con sus padres. Nosotros no entendíamos que eso fuera un problema porque estamos de acuerdo en la transformación energética. Pero indagando un poco más empezamos a ver las contradicciones que había en ello, y el hecho de que grandes empresas fuertes tenían intereses ahí porque veían una parte muy lucrativa que no tenía nada que ver con las ganas de mejorar la producción energética para todos y todas. Por esta razón la pieza empieza hablar concretamente de una población pequeña con pocos recursos legales para defenderse de la especulación y paulatinamente va abriendo el foco a una mirada más global que nos toca a todas. ¿Cómo se está haciendo la transición energética en nuestro país? De forma sostenible para todas o lucrativa y degradando el territorio.
La película Alcarràs, de Carla Simòn, también aborda este tema de las centrales solares en comarcas rurales de Lleida, en su caso. ¿Es un debate que está en la calle o queréis incidir en ello para que esté sobre la mesa?
Ireneu Tranis: Es curioso porque este fenómeno pasa a menudo. El hecho de que varios artistas inicien proyectos paralelos sobre una misma temática sin que uno sepa nada sobre el otro. Supongo que sucede debido a esa inquietud artística de responder preguntas que nos preocupan como sociedad. Creo que es un tema que circula por debajo. Quizá no sale en los periódicos o en las noticias, pero que como sociedad, como conjunto, como intelecto colectivo detectamos y no sabemos darle respuesta. Yo personalmente huyo de las respuestas simples a problemas complejos.
Es una propuesta de teatro documental. ¿Cómo ha sido el trabajo de investigación que habéis realizado para llevarla a cabo y cómo lo plasmáis en el montaje?
Alba Valldaura: En un principio empezamos a familiarizarnos con la temática que vamos a tratar, y fuimos preguntando a gente cercana, buscamos documentación escrita y audiovisual, leímos libros, artículos, ensayos, conferencias, talleres. Después ya concretamos y acotamos hasta buscar a personas concretas y hacemos entrevistas a políticos, personas afectadas, empresarios, científicos, especialistas en el tema, asociaciones y activistas defensores del territorio. En este caso, después de la investigación recogemos todo el material, lo analizamos y sacamos fragmentos que nos interesan para poner en la pieza mezclando momentos más documentales con otros más escénicos y poéticos, porque al fin y al cabo, estamos haciendo teatro.
También es una propuesta inmersiva. ¿De qué manera introducís al público en la obra?
Ireneu Tranis: Esta es una parte fundamental de Mos Maiorum. Colocar el público dentro del acto teatral que está sucediendo. A ver, no hacemos hacer nada al espectador. Que no se piense la gente que vamos a sacar voluntarios o los vamos a tocar ni nada. Pero sí que es muy importante para nosotros no obviar que el público está allí. Forma parte del acto teatral que estamos realizando y, por consiguiente, tiene un rol en el mismo como grupo, como masa.
En el caso de Solar colocamos el público sentado en círculo alrededor de un fuego que no es un fuego sino que es un láser. Proponemos una forma asamblearia, en el sentido arcaico de la palabra, donde las voces de los testimonios salen desde ese círculo anónimo e igualitario. Como una reunión retrofuturista de un pueblo alrededor de un fuego para escuchar, discutir y aprender.
Siempre apostáis por los elementos visuales en vuestras propuestas, pero en este caso habéis subido aún más el nivel, ¿no?
Alba Valldaura: Con Solar apuntamos hacia dos objetivos, por una parte reagruparnos y volver a la esencia de nuestra forma de hacer teatro, apostamos fuerte por la técnica verbatim y la composición escénica teniendo en cuenta el público, queríamos que formara parte activamente de la reflexión que queremos hacer. El otro objetivo era poetizar la puesta en escena, que hubiera momentos que apelaran a la emoción y así lo conseguimos a través del canto y de la composición plástica de la escena y del láser. Teníamos muy claro que no queríamos hacer un documental, sino una pieza poética que generase reflexión. Siempre decimos que en cada espectáculo tiene que haber magia, sorpresa, asombro… Y en esta también lo hay.
Tras toda vuestra investigación, ¿cuáles son los grandes problemas que crean estas centrales solares?
Ireneu Tranis: El problema no son las centrales solares en sí, como ya he dicho antes. Sería genial que cada pueblo y cada ciudad fuese autosuficiente energéticamente. El problema es el modelo económico que rige nuestras vidas. Si ahora cubrimos toda España de centrales eléctricas renovables para cubrir la demanda de energía que hay hoy en día, ¿qué haremos el año que viene cuando el consumo energético haya subido? ¿Construir más? El modelo económico imperante en Occidente está basado en el crecimiento exponencial. Cada año se consume más y más energía. ¿Podemos plantear el problema desde raíz en vez de ir poniendo parches y tirar la pelota hacia adelante?
Supongo que es un tema que genera contradicciones, a todos los niveles, porque obtener energía ‘limpia’ es algo fundamental para luchar contra el cambio climático, pero quizá no lo estemos haciendo de la mejor manera, como bien decís.
Alba Valldaura: Es evidente que la transición energética es urgente, pero creemos que no se está abordando como tal. Como ya ha pasado otras veces, al final son los grandes poderes económicos que aprovechan cualquier excusa para generar dinero a costa de lo que sea. Esas corporaciones no quieren hacer la transición a la energía verde. Quieren hacer dinero. Punto. Al final, lo que terminamos criticando es el capitalismo. Los payeses y la gente del campo no pueden pagar más facturas con lo que recogen en el campo. Están ahogados por los bajos precios del producto agrario. Y en ese contexto vienen grandes inversores con mucho dinero que les compran las tierras para ganar más dinero aún. No es que sean los mejores sitios para poner placas, es que son los más baratos. Es un pez que se muerde la cola.
Al final, la reflexión es: menos capitalismo y más colectivismo.
¿Cuál es el mensaje que queda tras ver Solar? ¿O cuál es vuestra intención al mostrarla?
Ireneu Tranis: Hay una idea que atraviesa la obra que es la colectividad, como apuntaba Alba. El decrecimiento y la colectividad. Todos vemos que no podemos seguir así. Es un sinsentido que nos aboca al abismo, todos lo sabemos. Y la única manera de salir de ese bucle es el trabajo colectivo, frenar el consumismo desbocado y volver al colectivo. Un decrecimiento justo.
A nivel personal, ¿qué conclusiones habéis sacado al meteros de lleno en este tema?
Alba Valldaura: Hay uno de los testimonios de la obra, Kris Dedeker, un periodista holandés, que habla del decrecimiento que mencionaba Ireneu. Creo que es la clave de todo esto. A veces sus reflexiones hacen reír porque son demasiado obvias, pero no las llevamos a cabo. Otra vez de lo que estamos hablando es que el tipo de vida que llevamos, no es sostenible. Tenemos que renunciar a cosas para sostener una eficiencia energética, es un cambio de mentalidad que tenemos que hacer de forma colectiva.
Habiendo tanto dinero en juego no parece fácil poder revertir ciertas dinámicas que están dibujando el horizonte de nuestro mundo, ¿no?
Ireneu Tranis: Pues no, nada es fácil en esta vida. Aún así yo creo firmemente en que todo es cuestión del relato. De lo que creemos como sociedad, de lo que creemos que es posible y lo que no. Hace falta una masa crítica que crea que algo es posible y esté dispuesta a lograrlo para que tenga muchos números de que pase. Una de las grandes victorias del capitalismo tardío es la creencia extendida de que no hay alternativa. Que no hay nada más allá. Que se puede mejorar, hacer más amable, pero no hay una alternativa real. Bueno, pues eso es un relato, un cuento, una creencia… pero claro que hay alternativas. Sólo hace falta que esa masa crítica de gente crea que es posible hacer las cosas de otra forma y que esté dispuesta a conseguirlo. Quizás es la vieja historia de la lucha de clases, pero es que la lucha de clases no ha terminado aún.
Fuisteis una de las 3 obras finalistas en la última edición de los Premios Max a Mejor Autoría Revelación. ¿Cómo os hizo sentir eso y cómo fue la experiencia en Tenerife?
Alba Valldaura: La verdad es que es algo contradictorio, por una parte muy emocionante y nos lo pasamos muy bien. Por otra parte, entras en un espacio de relaciones de poder y de intereses. El mundo del teatro y en general el de la cultura, son trabajos muy jerarquizados y precarios. Si trabajas en grandes producciones puedes llegar a un alto nivel económico, todo lo demás es precario y está infravalorado.
Llegar a participar en una gala de los premios Max para nosotros fue importante, no cabe duda, porque nos daba esa visibilidad y reconocimiento que siempre buscamos para progresar profesionalmente. Pero pienso que es más interesante celebrar reuniones de la profesión sin necesidad de competir.
¿Qué cantarán los trabajadores del campo cuando el campo sea una central energética?
Ireneu Tranis: Esta frase es el ejemplo de la poética que usamos en el espectáculo (risas). Los campesinos ya no cantan en los campos como lo hacían nuestros antepasados. Desde las ciudades aún tenemos la idea romantizada del campo con los campesinos con gorros de paja y arando la tierra mientras cantan. En general, eso ya no es así. Pero de alguna forma, esos antiguos cantos de trabajo, que usamos en el espectáculo mezclados con electrónica, nos apelan a un recuerdo ancestral, a una forma de vida no tan lejana que estaba mucho más en contacto con la tierra, los ritmos del sol, la lluvia, las estaciones… De alguna forma nos remueve algo que colectivamente echamos de menos. En el espectáculo lo decimos: No hay que volver atrás. Es imposible. Sólo se puede andar hacia delante pero sin olvidar las raíces. Sin olvidar de dónde venimos. No todo lo nuevo siempre es mejor.