Desde la primera vez que María Ribot, La Ribot (Madrid, 1962) abordó a Juana I de Castilla en lo escénico han pasado 32 años. En aquella ocasión fue con la obra El triste que nunca os vido, una reivindicación artística, justicia poética y feminista, con la que la creadora se hacía eco del casi indecente borrado de las mujeres a lo largo de la historia, a través de la figura de esta monarca, estigmatizada como Juana La Loca. Cuando estrenó aquella Juana era el año 1992 y España vivía un momento pletórico a nivel de exportación cultural: los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla, Madrid, como capital cultural… el país lucía señero en el mapa internacional. Y nombres importantes de la historia de España relumbraban con homenajes y efemérides. Todos de hombres, eso sí. “Por un impulso feminista me dije que debía haber una mujer al menos, en aquellos 500 años de historia que se celebraban, y me encontré con Juana I de Castilla y quise reivindicar su nombre. No hay historia de Juana porque la estigmatizaron bajo el nombre de La Loca. Fue recluida socialmente y utilizada políticamente. Recuperar a Juana es como recuperar un fantasma”, explica la coreógrafa a través de vídeo llamada.
LOCO, TÚ
Se encuentra en Ginebra, país donde reside desde hace muchos años. La Ribot, abanderada de lo que hoy conocemos como artes vivas, mujer de la danza que ha desarrollado su discurso en lo escénico, la performance y lo visual, atravesado siempre por el cuerpo, se marchó de este país para seguir formándose en Francia, Gran Bretaña y finalmente Suiza. Sin embargo, ha mantenido el contacto profesional y, al menos en Madrid, han podido verse casi todos sus trabajos. Los próximos 13 y 14 de septiembre visita por primera vez el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, con esta Juana revisitada que estrenó en julio de este año en el prestigioso Festival de Avignon.
Cuenta la artista que eligió a Juana I de Castilla para reivindicar a la mujer en la historia de España, tantas veces escondida, borrada, aniquilada al fin. Y 32 años más tarde, vuelve sobre este personaje para retomar una obra cuyo tema principal, la defensa de la mujer como persona creadora por encima de estereotipos y estigmas, tristemente sigue de actualidad.
¿Y qué la ha impulsado para recuperar a este personaje, esta obra? “Repito Juana porque a lo mejor en el 92 no conseguí una reivindicación tan clara. En esta Juana ficción hay una desaparición literal de la mujer, la monarca, óptica y conceptualmente. Pero también siento que se trata de algo que ha sucedido de manera muy orgánica. Yo llevaba dos años que no estaba siendo la protagonista escenica de mis piezas, trabajando desde fuera, y realmente me apetecía volver a escena. Básicamente el impulso fue querer hacerlo. Se lo planteé a Juan y a él también le apeteció muchísimo”.
Se refiere a Juan Loriente, asiduo colaborador de La Ribot, que ya estuvo en aquella Juana de 1992 y ahora repite. “Cuando volví a ver El triste que nunca os vido hace meses me quedé helada por un montón de cosas que no valoré lo suficiente en su momento por creerla muy teatral o narrativa, pero no es así en absoluto. Me encontraba en un cambio radical de mi discurso. En 1993 empecé con las Piezas Distinguidas (obras conceptuales y cortas protagonizadas, los primeros años, por la intérprete desnuda y que la presentan a la vez como agente creativa y como obra de arte para la contemplación e interpretación de los espectadores). El triste que nunca os vido y Juana ficción engloban 30 años de trabajo. Desde la primera Pieza distinguida, Muriéndose la sirena hasta la Piece distinguée N° 60 con la que se termina Juana ficción. Las dos Juanas enmarcan las Piezas distinguidas que supone un trabajo más conceptual, rompedor en la escena teatral y dancística. Tengo la sensación de que con esta Juana cierro o termino algo y que tengo que empezar un discurso o algo nuevo”.
CANCIONERO DE BODA Y MÚSICA ELECTRÓNICA
“Se dice que lo último que hizo Juana I de Castilla como monarca fue firmar la nómina de los músicos. Por eso esta obra se basa en el cancionero que le regalaron por su boda con Felipe I de Castilla. Un cancionero potentísimo por el casamiento musical tan rico del momento que contempla”, explica. En este sentido, destacan los nombres de Asier Puga, director musical del proyecto; Iñaki Estrada, arreglos, composición original y electrónica, y Álvaro Martin, encargado también de la música electrónica y el espacio sonoro. La Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza – Grupo Enigma y el Coro polifónico Schola Cantorum Paradisi Portae, también presentes en el espectáculo, completan el itinerario musical y en directo que suman a esta Juana ficción magia y poder. “El mérito de esta obra es de muchas personas. Una reivinidación de una Juana poética, musical, interesante como persona y absolutamente fuera del estigma de loca. Es remarcable el trabajo de la joven Elvira Grau, que firma el vestuario y los objetos y que me acompaña como mujer en el grupo artístico, ¡paradojas de la vida!”.
Se trata de una obra ‘site especific’ pensada en cada representación para el lugar en el que se muestra. También itinerante o deambulante. En el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, los músicos ocuparán la zona central del patio y los espectadores caminarán y recorrerán el hecho escénico desde donde consideren, de manera errante. “Pero si llueve, se hará en la sala. Está todo pensado”. Seguir indagando sobre esta obra que es también acontecimiento escénico, es comprender que eso de pensar en todo se queda realmente corto. En el momento de esta entrevista La Ribot prepara otra actuación de Juana ficción en Ginebra, en un espacio con un lucernario, que se dispone a visitar con Erix Wurtz, su iluminador, durante cuatro horas seguidas para ver cómo va cambiando la luz. “En la obra hay una acción de borrado que tiene que ver con la luz natural y se consigue solo durante 6 minutos al día. Encajar la acción para que lo que ocurre en escena coincida con estos 6 minutos de luz es algo realmente complicado. Y en los ensayos, si no se conseguía un día, había que esperar al siguiente. Se trata de encajar toda la maquinaria, incluido el horario. La obra tiene que empezar a su hora porque todo va al milímetro. Si no, esto se pierde”.
En el Festival de Avignon, que La Ribot hizo una versión de Juana ficción frontal, en escenario, porque así se lo pidieron, el engranaje funcionó perfectamente y se consiguió esa desaparición literal que se persigue durante esos 6 minutos. “Es maravilloso cuando se consigue. Lo óptico necesita mucho trabajo de precisión. La cosa es entender la idea y verla también. En este caso, entender y ver el olvido sobre las mujeres durante 500 años de historia. Apreciarlo óptica y conceptualmente”.
LA RIBOT, DISTINGUIDA
Premio Nacional de Danza (2000), Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2015) y León de Oro de la Bienal de Venecia )2020), entre otros galardones, el mayor reconocimiento de La Ribot, o uno de los principales, es haber sido una mujer comprometida con su arte, enmarcado en la búsqueda y la valentía, por encima de todo. Lo que la ha llevado a ser pionera de muchas cosas, sin buscarlo. Como liderar lo trandisciplinar de la danza cuando no se sabía casi nada sobre el tema. O llevarla a espacios museísticos cuando la danza solo vivía en los teatros. También a lo visual. Además de abordar el vídeo y la fotografía, recientemente La Ribot ha protagonizado el largometraje Nuestro último baile, de la directora suiza Delphine Lehericey, que se estrenó en carteleras españolas el pasado mes de marzo y ha obtenido el Premio del Público en el Festival de Locarno (Suiza). Su Juana ficción en Conde Duque se anticipa como otro de sus hitos artísticos, por el despliegue que contempla y que devuelve a la creadora madrileña al centro de la escena.