En una entrevista dijo la frase: “Cada cual observa el mundo como lo ve y no realmente como es”. ¿Por qué cree que la elección de los textos clásicos y del Siglo de Oro ayudarán a mejorar nuestra percepción de la realidad?
Porque los textos clásicos, y en general los pensamientos clásicos de la antigüedad, son mucho más introspectivos que el pensamiento moderno, al menos en la gente común; porque están muy volcados hacia el exterior, hacia la curiosidad, hacia la visualidad, hacia los sentidos que conectan con el mundo exterior. El mundo antiguo era más introspectivo y, al serlo, encuentras que realmente el mundo, cuando miras dentro de ti, lo ves a través de tu estado de ánimo y de tu estado de conciencia. Pero el mundo no es realmente lo que tú ves, es una cosa que está allí afuera y tú lo ves de un color o de otro dependiendo de cómo tu estas.
Escogió la obra Anfitrión de Plauto para mostrar al público que los sentidos no son del todo fiables y que es el intelecto la forma adecuada de conocer el mundo. ¿Cuál es su definición del intelecto?
El intelecto es el que comprende. Esta palabra viene de ‘intelectus’: leer en el interior. La compresión profunda de las cosas, no la comprensión superficial de estas, sino la causa de las cosas. Una visión con perspectiva de las cosas, no una visión limitada.
La sombra se entiende como un estado de ignorancia, en cambio, la luz sería lo único y lo real que somos capaces de percibir, ambas vienen de la misma frente que es el ser. ¿Cuál sería la luz y la sombra en nuestra actualidad?
Tenemos una confusión muy grande, hay mucha información y tanta información necesita mucha criba y no tenemos tiempo de percibirla toda. Vivimos en un estado de confusión, puesto que la información es abrumadora y esa es una sombra, pero también tenemos muchas posibilidades de informarnos de lo que queremos saber y hay muchas oportunidades. Esa sería nuestra luz.
¿Cree que yendo al teatro podremos librarnos de la esclavitud que nos genera nuestra propia ignorancia?
No. Pero teniendo una actitud determinada hacia la vida, sí. El teatro te puede ayudar a despertar una curiosidad por ciertas cosas, te puede cuestionar y te puede hacer cambiar la actitud. Y cambiando la actitud, sí.
Retomando la figura del actor: Lope de Vega en una loa de 1607 le propone al ‘ilustre senado’ el siguiente enigma: «¿Cuál es aquel monstruo fiero que nació de nobles padres y parió una madre sola y de muchas madres nace?». ¿Por qué decidió tomar este término? ¿Cuál cree que es el recorrido del actor desde los lazy hasta usted como actor contemporáneo?
Ese término tomado de la loa, me dio pie a hacer un espectáculo entorno a la figura del actor especialmente del teatro del Siglo del Oro, ya que este espectáculo se planteó como un espectáculo para la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el Teatro de la Comedia. Ese fue el motivo realmente. El actor del Siglo de Oro es una figura maravillosa sobre la que se ha investigado poco y se sabe poco, no hay muchos libros, ni tampoco hay películas, siendo así que la figura del actor de este siglo es una figura aventurera con un punto de romanticismo y de idealismo. Hay un libro que se llama El viaje entretenido de Agustín de Rojas Villandrando que cuenta un viaje de tres cómicos que van desde el sur hacia el norte recitando loas. Las loas son un poco pesadas, pero el libro te da una idea de una vida que llevaban estos cómicos. Era una vida inestable, itinerante y aventurera, pero fueron los que crearon el hecho dramático del teatro del Siglo de Oro español, no la literatura de esta misma época que es maravillosa, pero sí del teatro, que es la presentación frente al público de estos textos y de lo que es propiamente el espectáculo teatral de este siglo.
En el capítulo LXIV del Quijote, Sancho Panza se termina de doctorar en ‘Invenciones Andantes’ o ‘Caballerías Verbales’. Ha comprendido que una cosa es lo que ven y miran los ojos, y otra lo que oyen y escuchan los oídos; y que hasta lo que ven los ojos como objeto aparentemente real, se puede poner en tela de juicio a razón del ímpetu y los ademanes del cuerpo. Esto se muestra con la verbalización de la palabra ‘Baciyelmo’, siendo la palabra que introdujo un nuevo paradigma a la literatura y, por ende, a nuestra sociedad. Necesitamos delimitar y redefinir continuamente nuestra realidad para dar sentido a nuestra forma de conocimiento. ¿Cuál sería nuestro ‘Baciyelmo’ ahora?
Es una genialidad. La visión de Cervantes sobre el mundo es maravillosa. El Baciyelmo es una mezcla entre ficción y realidad donde una bacía es un yelmo. Cervantes cuestiona la realidad y tiene un punto de vista maravilloso, que es que no se la toma en serio. Por eso es un gran místico, en el sentido profundo como los grandes yoguis de la India, que dicen que la realidad es una percepción de la realidad. Por ahí va también la neurociencia moderna. La realidad es una forma de percibir, no tanto un hecho objetivo y externo que está ahí, es una percepción y la percepción siempre es subjetiva. La realidad también la transmite como los académicos de la Argamesilla, donde pone mucho humor ahí. Él no se está tomando en serio el mundo y el Quijote es un libro que explica esto. Don Quijote se toma en serio mucho a sí mismo de una manera extravagante y grotesca, pero no se toma muy en serio la realidad, hace un papel perfecto, pero luego le puedes coger en un renuncio como que él sabe que está montándose un show y ese es un punto de vista muy filosófico y muy moderno por parte de Cervantes, que también está en el Ulises de Joyce. El mundo moderno necesita de ese conocimiento, la gente quiere saber ahora de ese tipo de cosas, quiere saber del alma, por eso hay tanto coach, tanto psicólogo y tantos libros de autoayuda, porque empezamos a cuestionarnos la realidad tal y como está definida por el pasado.
¿Por qué cree que queremos hacernos infinitos? (Eternidad en la palabra, como le pasaba a Unamuno) De dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos.
Hacernos infinitos es imposible porque nadie se puede hacer infinito a no ser que digamos que somos infinitos y habría que descubrir la dimensión divina del ser humano. Eso también es una línea de pensamiento que es muy antigua y viene de Cristo, los filósofos griegos y aun antes de Egipto, de la India. Y también está en el pensamiento moderno de la ‘New Age’ y está presente en muchas filosofías. Por ejemplo, María Zambrano tiene un libro que se llama el Hombre y lo divino. Es una constante, y cuando es una constante es porque hay algo ahí, si no, no volveríamos otra vez sobre ese tema, y ese algo que hay, es algo que cada cual tiene que descubrir e indagar con su propia meditación. La gran meta de la meditación es reflexionar el paso del tiempo, porque todas las criaturas meditamos sobre esto, pero cada una la registra en su conciencia de una manera diferente. El paso del tiempo, pero no como el ser humano, tal vez tengan un pequeño atisbo. El ser humano desde luego es un animal que registra el paso del tiempo como una muestra decisiva e importante en su vida, sobre la cual tiene que reflexionar, es lo que le hace pensar qué es esto y qué hago aquí, qué significa el hecho de que yo viva aquí y que yo esté aquí experimentando esto y que todo el mundo nace y se muere. De ahí viene una gran literatura.
Esto enlaza con la frase: “Este Yo no puede ser herido, ni quemado, ni mojado, ni marchitado. Es eterno, lo penetra todo, no cambia, es inmóvil, el Yo es el mismo para siempre”. Bhagavad Gita 2:22-24
Exacto, es un pensamiento que está ahí, es muy potente y penetra es todos los grandes saberes de la humanidad.