Teniendo en cuenta el tema que aborda la pieza, creo que una buena forma de abrir esta conversación es preguntar ¿con qué pronombre os identificáis?
Amaia Bono: Ella.
Damián Montesdeoca: Él.
Sin embargo, para hablar en plural os presentáis en femenino, ¿qué importancia le dais a poner en valor el feminismo a la hora de hablar de una pieza que habla sobre el lenguaje?
Amaia Bono: Esto viene desde antes incluso de este trabajo. Es un tema sobre cómo nos definimos. No es tan importante utilizar el femenino genérico sino huir del masculino genérico.
Damián Montesdeoca: Además, es algo que nos preguntamos cuando hicimos la reunión de prensa, y ya dudamos sobre este hecho.
Amaia Bono: Claro, el primer borrador fue todo en masculino.
A la gente le asusta e incluso se ofende cuando, de repente, hablamos en femenino…
Amaia Bono: Sin embargo, esto no pasa cuando se utiliza el masculino genérico. Y si como nosotras, somos dos personas que yo me considero ella y Damián se considera él, ¿por qué poner en duda el femenino genérico y no el masculino genérico?.
¿Qué es Palabrería pesada y de dónde surge la necesidad de tener que abordar este tema?
Damián Montesdeoca: Nos toca sacarla. ¡Vamos a ello! La palabrería fue lo que nos unió en un principio a comenzar a trabajar desde hace más de 5 años porque forma parte de nuestro cotidiano. Desde siempre, cada una hemos jugado con las palabras y cuando nos conocimos empezamos generar una relación en torno a ello. En un contexto coloquial si una decía algo enseguida había una respuesta con un juego de palabras hacia eso y ahí construíamos una relación personal. Desde ahí decidimos construir algo que venía de lo personal hacia lo profesional. En nuestro primer trabajo que se llama Cuando las cobras cosan sentido, que era puro trabajo con el lenguaje. Ese es el primer interés que hay ahí.
Si doblamos el mapa de España por la mitad podríamos llegar a unir las localidades de procedencia de cada una, ¿qué diferencias encontrasteis a la hora de conectar entre vosotras por el lenguaje aprendido de vuestro lugar de origen?
Amaia Bono: Hay cosas que son claves como que una de las líneas de trabajo tiene que ver con la sonoridad del lenguaje. Mi dicción del norte del Estado no tiene nada que ver con el acento canario que para él la sonoridad es otra cosa, viene desde otro lugar y lógicamente genera algo en la audiencia. No es lo mismo ese seseo. Algunas veces intentamos como aprovechar esa realidad, pues esta manera que tiene Damián de hablar con su acento de Gran Canaria ¿no? Por ejemplo: “Ha sido sulfúrico” (ácido sulfúrico) nació de ahí. Son palabras que pueden ser homónimas según su pronunciación, aunque luego la gramática sea diferente.
Damián Montesdeoca: La gente que seseamos tenemos como ese permiso. Ha sido como guay la manera en la que hemos integrado esto. La respuesta que tiene este tipo de cosas es que como que enseguida la gente conecta, incluso aunque lo digas tú (refiriéndose a Amaia). Eso es curioso porque en algunos trabajos en los que tú seseas eso se integra y no supone como una ruptura mental. Creo que hemos sabido que jueguen a nuestro favor.
Amaia Bono: Yo alguna vez me he parado a pensar que igual tengo algo con las erres (remarca el sonido), yo qué sé, con esa consecución de consonantes que no lo sé porque cuando trabajamos no lo hago en euskera, trabajo en castellano.
Damián Montesdeoca: Bueno, alguna vez que hemos estado por allá, hemos metido pequeñas cositas en euskera jugando con la sonoridad de alguna palabra que en euskera se parezca a alguna en castellano.
Y si a esto de jugar con el lenguaje le añadimos a la coctelera un intento de pseudo musical, ¿qué resultado tenemos?
Amaia Bono: No podemos decir que es un musical porque no nos dedicamos a eso y sería como muy ambicioso. Eso sí, tenemos la clara ambición de que sea un intento.
Damián Montesdeoca: En la muestra que hicimos en Teatro Pradillo metimos una canción y fue como el primer intento de acercamiento al trabajo de Palabrería pesada, y ahí fue cuando apareció el primer interés de hacer una canción. A partir de eso, fue cuando decidimos que queríamos hacer un intento de pseudo musical.
Amaia Bono: Fue el primer single. La propia canción se daba título a si misma y luego de ahí, vino una propuesta que nació por parte de Damián que planteó que todo fuera un musical. Damián y yo tenemos algo con eso en lo que tenemos destreza, lo introducimos también en las artes escénicas para ver cómo funciona porque ninguno de los dos sabemos cantar bien.
Damián Montesdeoca: Ni cantamos bien, ni tenemos nociones, por eso, nos parecía más honesto llamarlo intento de musical porque en el propio espectáculo hablamos de que ese musical se construye. Ahí nos hemos lanzado sin saber a componer canciones, escribir letras, a buscar rimas… Tú decías que era como llevarlo al extremo ¿no?
Amaia Bono: Sí, como llevar la sonoridad al límite porque si lo que suena, sonare… Sonar en italiano es cantar… pues ya está. Y, bueno, también porque encontrábamos cierto placer. Damián y yo cuando empezamos a trabajar juntas acordamos eso: Vamos a trabajar desde el placer. Cuando dejemos de sentir placer tenemos que estar en otro lugar o hacer otras cosas y encontramos este placer en la composición de letras, a ver, que luego pueden gustar o no gustar, pero para nosotras era como “jo, ¡qué guay!” (risas). Estas canciones es un formato un poco diferente para lo que viene siendo nuestro trabajo, pero tenemos ya cuatro trabajos juntas en distribución, entonces, estamos en otro código y nos estamos buscando y siempre con la premisa de contacto directo con la audiencia desde el placer, desde el juego y desde el propio momento presente, que a pesar de que las canciones vengan compuestas de meses anteriores no son así. El resto del espectáculo se configura a tiempo real con la audiencia, que es un riesgo, pero bueno.
En vuestra vida personal, ¿cuándo se han visto obligados a recurrir a la palabrería pesada?
Damián Montesdeoca: Se usa todo el rato. Hablamos de eso en la obra. Se usa en muchos contextos. En los contextos pedagógicos, académicos, aparece todo el rato, cuando tienes que enfrentarte a leer textos densos hay una tendencia buscar la palabra más compleja posible en la forma más difícil de expresar algo, pero luego cuando queremos defenderlo…
Amaia Bono: Muchas veces (risas). Sí, sí, tiene ese doble filo porque por un lado está la pedantería en la retórica porque estás dándole muchas vueltas para decir algo que es lo mismo, estás quedando como por encima porque has sacado la palabrería pesada y luego también esto del peso de las palabras de cuando tú las estás recibiendo. De cuánto pesa una palabra, un refuerzo positivo, un refuerzo negativo…
¿Cuándo se saca entonces esa palabrería pesada?
Amaia Bono: Nosotros con eso vacilamos. Se saca en la oratoria, en la defensa de una tesis o cuánto pesa el lenguaje, pesan unos gránulos de aire que se escapan de la boca y un poquito de saliva o la tinta cuando es escrita…
¿Qué ocurriría si a este montaje se le despojara la parte cómica?
Damián Montesdeoca: Sería un análisis o un manifiesto. Para nosotras es muy importante pensar en la accesibilidad. Creemos que debería existir una comunicación directa con la audiencia que acuda a ver el espectáculo. Por eso, para nosotras que aparezca el humor te permite ofrecer una mirada crítica de la propia cosa que estás hablando. Si no hubiera humor, sería un análisis lingüístico o un análisis socio lingüístico, pero seguramente denso y aburrido.
Amaia Bono: Aunque también es cierto que para nosotras el humor es una consecuencia, no un motor. Nosotras trabajamos con el lenguaje desde el placer, con este cuidado y desde nosotras vemos que el lenguaje y las maneras de pervertirlo, genera humor. No somos tontas y somos conscientes, pero a veces, allanamos el camino para que aparezca, pero no es como el objetivo. No, vamos a hablar del lenguaje.
Damián Montesdeoca: Y muy seriamente con cuestiones que realmente afectan a la lingüística en general. Este planteamiento no serio genera humor a veces, inconsciente o involuntariamente o, a pesar de.
¿Qué persona consideran que tiene más palabrería pesada y por qué y a quién le falta?
Amaia Bono: El ámbito político está lleno de palabrería pesada. A ver, yo creo que hay un ejemplo muy claro de que, a Rajoy, por un lado, le falta mucha palabrería pesada y, por otro lado, su palabrería es muy pesada.
Damián Montesdeoca: La capacidad arbitraría que tenía Rajoy para construir poemas casi, muy ingenuo también o no sé… yo pienso que, en algún momento, tenía gente que le escribía esas cosas porque estaban tan bien hechas que no podían ser genuinas (risas).
Amaia Bono: El pueblo, sin el pueblo… (risas) y sin dudar.
Damián Montesdeoca: Hay un ejercicio ahí de construcción. En cambio, a Pablo Iglesias siempre le acusaban de lo contrario. Su lenguaje era demasiado complejo para la gente a la que supuestamente se dirigía. Hablaba intentando abarcar a la mayor parte de la sociedad, pero su forma de hablar, a veces, no conseguía eso.
¿El concepto repele, pero la esencia siempre es atrayente?
Amaia Bono: No sé muy bien por dónde abordarlo, pero diría que son bastante complementarios ¿no? Que si tú no trabajas un concepto desde la esencia hablamos de un concepto vacío, y la esencia, si no somos capaces de nombrarla se nos queda en algo muy ligero y volátil.
Damián Montesdeoca: Solo puedo añadir que estoy de acuerdo. Es como el proverbio chino que ese que dice: “Si yo miro la flor, la flor me mira”. Yo nombro la flor porque la estoy viendo, entonces, la flor existe porque yo nombro en mi cabeza que es una flor, pero ahora también se piensa que la flor también existe, aunque yo no la vea.
Amaia Bono: ¿Cómo lo sabes? ¿A qué suena un árbol cuando se cae en el bosque si nadie lo está escuchando?
Damián Montesdeoca: Yo creo que el concepto y la esencia están los dos a la vez existiendo.
Amaia Bono: Otra cosa es cómo conceptualizas la esencia y cómo esencializas el concepto. Hay como toda una amalgama.
Damián Montesdeoca: Y ahí es desde dónde trabajamos, en realidad. Partimos del concepto y lo hacemos vivo, manteniéndolo vivo. Estamos en esa tensión todo el rato.
En mi caso, desde hace un tiempo tengo problemas para encontrar las palabras que quiero comunicar. Soy capaz de visualizar el objeto, pero no me salen y son mis amigos los que me ayudan a veces a completar mensajes que quiero trasladarles, ¿qué sucedería si, de repente, nos quedamos sin palabras para comunicarnos?
Damián Montesdeoca: Como el teclado del ordenador, que te autocompleta.
Exacto, mis amigos son la función de autocompletar el texto del ordenador… (risas).
Amaia Bono: Sí que es cierto que cuando trabajas con el lenguaje, resulta un poco frustrante. Muchas veces pienso que las cosas si tienen que venir, vienen y si no han llegado es porque esa no era la palabra.
Damián Montesdeoca: Cuando hablas en otro idioma que conoces muchas palabras, pero no todas, está el punto en el que primero buscas la palabra correcta pero luego encuentras la estrategia para con otras palabras llegar a decir lo mismo. También, algo de eso hacemos en este trabajo, intentamos decir de muchas formas, una misma cosa.
Amaia Bono: Y no dejan de tener una poética porque a mí me está pasando ahora con el euskera. Estoy trabajando con ese idioma que usa un lenguaje super figurativo que, para decirte corazón, te habla de dos voces o para decirte volcán, te habla de monte incendiado. Yo creo que la clave está en comunicarse y en la base de la comunicación es donde luego vienen todas estas palabras, pero si hay que dar cincuenta mil vueltas podemos llamarlo poesía.
¿Es esta una función para entrenar la mente?
Damián Montesdeoca: Puedes entrenarla y relajarla también. Tiene puntos para todo.
Amaia Bono: A mí me pasa que haces ese enunciado y me lleva al trabajo anterior que se llama La repetición y estamos repitiendo, en el que hay un entrenamiento por parte de la audiencia, un masajeo neuronal si te dejas. Con Palabrería pesada es como bajar la guardia y dejar que venga la cosa. No te hace falta como estar activo. El musical permite eso.
Hay quién dice que el lenguaje construye realidades, ¿qué hay de cierto en esto?
Amaia Bono: Lo que yo siempre digo es que el lenguaje es un vehículo del pensamiento.
Damián Montesdeoca: Claro, la palabra es la potencia siempre. La palabra permite la imaginación y permite despertar qué cosas pueden ocurrir.
¿Representa el lenguaje el mundo de la clase dominante? Por ejemplo, decimos que cuando algo es guay es la polla y algo aburrido un coñazo….
Amaia Bono: Por eso mismo, al enviar nuestra nota de prensa hay gente a la que se le encienden las alarmas cuando simplemente hemos utilizado un femenino genérico. No hemos hecho nada más. Como la historia la han escrito los hombres para los hombres cuando introduces ese término que encima es políticamente correcto porque somos 50-50, saltan las alarmas. A lo largo de la historia siempre nos hemos preguntado si han sido conquistadores o masacrados, héroes o asesinos… ¿Quién pone el concepto? ¿De dónde venía la esencia y quién pone el concepto?, porque la esencia es la misma. Los hechos son los mismos. Pero lo termina poniendo quien tiene el poder.
A la hora de comunicar algo qué es mejor ¿la cantidad o la calidad?
Damián Montesdeoca: Aquí hablamos mucho, de cómo hay veces se prima la cantidad frente a la calidad y de cómo nos enredamos en cantidades absurdas, en vez de decir: “Me pone muy alegre”, dices “La total alegría que me supone con enorme placer”. Hay una serie de construcciones que van más allá de la calidad
¿Palabra fetiche de cada una y por qué?
Amaia Bono: A mí me gusta mucho la palabra parangón.
De hecho, en esta charla, ya la has mencionado en algún momento (risas).
Amaia Bono: Es que me gusta mucho y cada vez le tengo más cariño porque ya no es la cosas que no tienen comparación, no, es no tienen parangón. No tienen comparación porque no se pueden comparar porque no tienen parangón (risas). También me pasa que más que las propias palabras, yo pienso más en la construcción y las figuras retóricas. Las aliteraciones, palabras que tengan un sonido igual: susurro o igual los palíndromos, luz azul. Más que palabras, el qué hacen.
Damián Montesdeoca: A mí me cuesta decidirme aquí porque creo que no tengo palabra favorita pero ahora que mencionas los palíndromos voy a decir mi favorito que es reconocer, que si lo dices al revés se lee igual.
¿Qué les parece que las nuevas generaciones acuñen términos como ‘bro’ o usen ‘literal’ como coletilla cuando no se hace alusión a eso?
Damián Montesdeoca: A mí me parece bien.
Amaia Bono: El lenguaje está vivo, el habla lo hace el hablante. Yo creo que no tiene que haber lucha o pugna…
Damián Montesdeoca: O esta idea de pérdida que se ha extendido mucho. Es una idea nostálgica, creo que es contraproducente. Creo que es un miedo generacional a no comprender a las generaciones siguientes y es comprensible pero simplemente se trata de hacer un ejercicio de comprensión y de entendimiento. Al final, los lenguajes siempre han tenido préstamos a lo largo de la historia y transformaciones. De vuestra merced, se pasó a vuesa sed y de ahí a usted.
Amaia Bono: Esto que dice Damián conecta mucho con lo que decías de que la clase dominante tiene el poder del lenguaje, es como si de alguna manera, no estuviéramos dando el poder a las nuevas generaciones de crear un lenguaje propio sino de estar imponiendo. Si no les estamos dando el poder de generar su propio lenguaje, necesitan un lenguaje propio para relacionarse.
Hablando del purismo del lenguaje, algo que me genera conflicto es sentir que, por un lado, no tengo problema en aceptar el uso del inclusivo, cosa que no le ocurre a los señoros, sin embargo, llevo muy mal las nuevas acepciones de palabras que recoge la RAE como ‘cocretas’ o ‘toballas’.
Damián Montesdeoca: Al llegar a Madrid hace 9 años, era como tú. En mi caso, me llamaba mucho la atención esa cosa del laísmo porque, además, estaba como el complejo que tenemos los canarios cuando nos señalan que hablamos mal y escuchas laísmos y te quedas pensando que no es la forma correcta pero la verdad que, con los años, son formas de hablar que me parecen que son totalmente válidas y si mucha gente dice ‘cocreta’ quién es nadie para decirle nada.
Hace unos días, escuchaba al politólogo Pablo Simón en un ‘reel’ de La Ventana de la Cadena Ser decir que “la edad y el género del tertuliano predicen muy bien el tiempo que va a agarrarse al micrófono, a qué velocidad habla un joven, cuanto tiempo tarda en interrumpirse a una mujer en una tertulia”.
Amaia Bono: Esto lleva a pensar cuál es la figura del poder ahí. La figura del poder es la que va a cortar la conversación y cuando entra en contraposición con otra figura de poder reconocida, que generalmente es un hombre blanco, burgués, adulto… ahí tarda más en llegar ese corte. Si la figura de poder es una mujer joven de clase media, en esta construcción del lenguaje y de construir el relato y quién es el propietario del relato siempre quien tiene el poder es quien va a decidir. Hay muchas maneras de decidir, una puede ser la coacción, otra edito el video y cuelgo lo que yo quiero, otra es estar moderando y decidir a quién das la palabra.
La pieza está articulada en tres juegos: palabrería pesada, la literalidad del lenguaje y la materialidad de las palabras. ¿Qué nos pueden desvelar de cada uno de ellos?
Amaia Bono: Nuestro primer trabajo, Cuando las cobras cosan sentido, nació de este placer y en un inicio, Palabrería pesada fue la intención de dar continuidad a este primer trabajo que fue con el que nos encantamos y fue un acto de volver a la raíz. Esos tres juegos iniciales igual se han disipado un poco más en cinco temas, aunque sigue subyaciendo. El juego con el lenguaje está, la sonoridad y la literalidad también están, pero no es tan claro como cuando escribimos el proyecto.
¿Es verdad que una imagen vale más que mil palabras?
Amaia Bono: El otro día vi justo una película que hablaba de esto. Un instituto en el que además había una guerrilla entre el profe de Lengua y la de Arte. Me puse a buscar películas que hablan sobre el lenguaje y apareció esta. En esta película se hablaba de lo complementario. Tú puedes describir una imagen o puedes narrar una imagen. Puedes poner en palabras una imagen o puedes dibujar unas palabras. Son como dos fuentes de inspiración con varias direcciones navegables supongo.
Damián Montesdeoca: En esa línea, hay una artista chilena que es referente para nosotras, que es Cecilia Vicuña que tiene un proyecto que se llama PALABRARmas y ella ilustra palabras para darles significado. Por ejemplo, hace un dibujo de un ojo y escribe DAD (VERDAD). Va definiendo la palabra a través de la propia imagen, pero a la vez la palabra.
Amaia Bono: Claro, esta es toda la poesía visual de Brossa y de toda su herencia. Por eso se le llama poesía visual porque es un territorio en el que imagen y palabra no compiten, sino que generan un nuevo significado que apela.