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Descubrir en Temporada Alta

Salvador Sunyer: “En Cultura no podemos dar a la gente sólo lo que pide”

Para Salvador Sunyer, director del Festival Temporada Alta, “en Cultura debería estar casi prohibido dar a la gente solo lo que pide” porque el público necesita descubrir cosas nuevas. Bajo esta premisa, ha transitado por sus 32 ediciones sin tomar decisiones “traumáticas”, hasta llegar a posicionarlo como una de las grandes citas escénicas de nuestro país con claras señas de identidad: una amplia paleta de espectáculos programados, un público local muy fiel, una gran apuesta por la coproducción y numerosas empresas de la zona dispuestas al mecenazgo.

Como novedad, este año Sunyer se ha sacado la espinita de traer a la compañía inglesa Complicité, a la que lleva persiguiendo 10 años. Será uno de los reclamos de una cartelera en la que no faltan nombres con Angélica Liddell, Thomas Ostermeier, Milo Rau, Patrice Chéreau, Anne Teresa De Keersmaeker, Peeping Tom o La Veronal.

En la charla que mantuvo con esta revista, se atreve a seleccionar cuatro espectáculos para los que vamos desde Madrid y contamos con pocos días para disfrutar de una programación que ofrece un centenar de propuestas.

 

 

 

Foto de portada: Vudú, de Angélica Liddell. ©Luca del Pía

 

¿Sobre qué has puesto el foco esta temporada a la hora de programar?

Te seré muy franco. En general, cuando los programadores decimos que este año la línea del festival es esta, porque hemos atendido la cuestión climática, solemos hacer el discurso después de haber programado. Te lo digo con toda la franqueza.

Lo que sí hacemos nosotros es trabajar sobre unos ejes. Primero, internacional (este año viene muy poca cosa: algo al Lliure, al Festival de Otoño, al Grec, y poca cosa más). En este apartado son producciones en las que colaboran artistas de aquí con artistas de fuera. Por eso este año en el Festival de Avignon había dos espectáculos coproducidos por Temporada Alta con artistas de aquí: unos valencianos y otros catalanes.

Otro de los ejes del Festival es que no solo exhibe, sino que también produce y coproduce. Coproducimos con otras ciudades, muchas internacionales, con teatros de nuestro país, como el Teatro de la Abadía y Festival de Otoño.

Otra de las líneas importantes es la producción propia, es decir, cuántos espectáculos podemos ayudar a producir. Este sería el caso, por ejemplo, de Casares – Camus: una història d’amor, dirigido por Mario Gas.

En cuanto a temáticas, hay ahora mismo dos que están en la sociedad actual. Están todas las temáticas de género, faltaría más, y también cada vez más espectáculos relacionados con la ecología. Lo importante es que ninguno de los espectáculos sea adoctrinador, es decir, que no te diga lo que tienes que pensar, sino que te muestre los diferentes prismas sobre los problemas, y luego ya tú piensas como te parezca.

Sobre ecología, hay un espectáculo que para nosotros es uno de los más importantes de este año, de la compañía inglesa Complicité, que hace muchos años que no viene a España y que es muy difícil de traer: Drive Your Plow Over the Bones of the Dead es un thriller ecologista basado en la novela de la polaca Premio Nobel de Literatura, Olga Tokarczuk. La estructura es de thriller y está ambientado en un pueblo de Polonia donde van apareciendo muertos poco a poco todos los cazadores.Y a nadie se le ocurriría hacer un espectáculo doctrinario diciendo que hay que matar a todos los cazadores. Por eso digo que lo que más nos interesa son los diferentes puntos de vista sobre una realidad que todos conocemos, que es la ecología en este caso.

O, por ejemplo, en el caso de Rodrigo García, Cristo está en Tinder, que ya se vio en el Teatro de la Abadía, es un espectáculo sobre las relaciones en este momento de las redes. Pero no es un discurso normal que se hace sobre esto, sino la mirada de un artista sobre el problema que compartimos todos.

 

 

La palabra ‘internacional’ como reclamo en las programaciones de los teatros y festivales, ¿está bien dimensionada en general?

Es muy importante por varias cosas. La primera, porque en nada, pero mucho menos en cultura, somos espacios estancos cada país, cada lengua o cada Estado, que da igual. Sino que la cultura va mucho más allá de las estructuras, y yo creo que es bueno que sepamos lo que se hace en la escena de países cercanos y lejanos de forma paralela. Si no hay contacto y en cultura te aíslas del resto del mundo, haces una cultura autárquica, que es lo que se tuvo que hacer en tiempo de Franco.

Y después, en creación contemporánea, que es uno de los ejes del Festival, en España, las compañías que trabajan en esta línea (Angélica Liddell, Rodrigo García, Roger Bernat, La Veronal…) tienen muy pocos sitios para enseñar sus espectáculos. Por lo tanto, es importante que desde fuera se conozca lo que hace la gente de aquí, porque es de lo que viven. Y esto es lo que la escena española puede aportar a la escena internacional, la creación contemporánea. Nunca verás en programaciones extranjeras teatro de texto ni en catalán ni en castellano; verás o flamenco contemporáneo o, sobre todo, piezas de creación contemporánea.

Por lo tanto, creemos que es bueno que el camino de entrada en España de espectáculos internacionales sirva también de salida, para que la gente de fuera vea lo que se está haciendo aquí. Y que los artistas tengan un mercado, su sitio de expresión en el extranjero. Si te fijas, el 80% de la creación contemporánea hace sus funciones fuera de España.

 

En esta edición hay programadas 25 coproducciones. ¿Se ha dado con la fórmula para estirar los presupuestos?

Esto se hacía poco hace unos años, en Francia mucho, y tiene dos ventajas. La primera es económica, es decir, se puede hacer una producción con pequeñas aportaciones de varios productores con las mejores condiciones. Pero tiene otra ventaja, antes de estrenar el espectáculo, ya tiene los sitios donde verse. Por ejemplo, La Veronal, antes de estrenar, ya sabe que tiene 15 coproductores, que son 15 sitios donde podrá hacer sus funciones.

Descubrir en Temporada Alta en Madrid
Salvador Sunyer

¿Los gustos personales quedan a un lado cuando te pones el traje de director artístico, o siempre pugnan por salirse con la suya?

Evidentemente no programo las cosas que me gustan a mí, o las que yo iría a ver, faltaría más. Sería una marcianada y vendría poca gente, seguramente. Pero los gustos personales cuentan, claro. En el caso de Temporada Alta, por ejemplo, es un Festival que lo hacemos con la intención, si lo conseguimos luego ya es otra cosa, de que haya una paleta muy amplia con espectáculos de todo tipo, desde infantiles, comedias, creación contemporánea, circo, etc. Pero dentro de cada uno de estos lenguajes teatrales o escénicos, a la hora de escoger, atiendes a tus gustos personales. El que diga que no, miente.

Algunos espectáculos a mí me gustarán menos, pero los programaremos porque creemos que es lo mejor para la gente. Sobre todo, intentar dar a la gente siempre un peldaño más de lo que te pide. Dar a la gente solo lo que pide, en Cultura debería estar casi prohibido. La gente lo que necesita es descubrir cosas nuevas.

 

Te voy a poner en un aprieto. Vivo en Madrid y he pensado acercarme hasta Girona durante el Festival Temporada Alta. ¿Qué tres espectáculos elegirías de tu propia cartelera para recomendarme?

Primero descartaría los espectáculos que ya han estado o llegarán a Madrid. Te aconsejaría, segurísimo, el de Complicité (Drive Your Plow Over the Bones of the Dead). Después, el de Mariano Pensotti (La obra). Y para variar un poco, te recomendaría dos más: Las Variaciones Goldberg, con Anne-Teresa De Keersmaeker y su compañía Rosas, y el día antes podrías ver La Douleur, el texto de Marguerite Duras con el que hizo el mítico montaje Patrice Chéreau. Te he puesto solo espectáculos extranjeros porque los de aquí ya los irás viendo. No te digo el Vudú (3318) Blixen, de Angélica Liddell, porque lo verás en Madrid.

 

¿Cuál ha sido el mayor escollo con el que se ha encontrado este año a la hora de armar la programación?

El mayor escollo siempre es el mismo, el económico. Lo que ocurre es que tampoco hay que obsesionarse, no le doy más importancia. No nos podemos quejar.

 

 ¿Tienes alguna espinita que todavía no te hayas podido sacar con algún artista o compañía que se te resista?

¡Huy! Muchísimas. Por ejemplo, Complicité hace como 10 años que intentamos traerlo y ha venido este año finalmente. Y después, hay espectáculos que no podemos traer o por normas de esos teatros o por una cuestión económica, que son sobre todo las grandes producciones alemanas o estadounidenses. Finalmente, la espina de siempre es el teatro inglés porque están habituados a que la gente vaya a verlo allí.

 

 

¿Qué distingue al Festival Temporada Alta de otros festivales?

Pues una de ellas es que tiene una paleta muy amplia; no es un festival monográfico específico. Otra, que es un festival que no solo programa, sino que también coproduce.

Y algo que lo hace muy particular también es que está muy enraizado en una zona; a Temporada Alta viene mucha gente de muchos países, pero tiene una base del entorno consolidada durante muchos años que está dispuesta a ver espectáculos subtitulados, en lituano, en ruso, en inglés… Y esto para un programador es un chollo porque te da mucha confianza y puedes arriesgar un poco más que en otro festival.

Y finalmente, tiene otra particularidad y es que una parte muy importante del presupuesto viene de empresas de la zona. La mayor aportación es de la Generalitat; la segunda, de empresas (casi un millón de euros), y la tercera, de las taquillas. Esto es muy raro en España también.

 

32 ediciones ya del festival. El éxito artístico y de público es más que notorio. Echando la vista atrás, ¿podrías hacer un balance emocional de la experiencia?

Cuando lo ves al cabo de 32 años, piensas: “¡Oh, lo que hemos hecho!”. Pero cuando lo has vivido, sabes que el azar cuenta tanto… Lo que más me ha gustado al final ha sido algo que no nos habíamos planteado. La primera edición no era un festival, sino una programación de cuatro espectáculos. Luego empezamos a proyectar los siguientes años con una programación pequeñacomo un festival local; a continuación, produjimos algún espectáculo; más adelante, introdujimos espectáculos internacionales, y finalmente, pasamos a coproducir fuera (como el espectáculo de Chéreau hace ya 15 años).

Crecer poco a poco ha permitido que nunca nada sea traumático y que artistas y público hayan crecido juntos con nosotros. Y esto te da una tranquilidad. Te hace vivir las emociones, sí, pero con un cierto relax. Estamos en un camino en el que nos vamos marcando cosas nuevas para los próximos años. Hay cosas que están mal, seguro, pero estoy bastante contento.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

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