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Empoderamiento laboral, historia de género y astucia

“La lucha por la igualdad debe ser una lucha compartida entre hombres y mujeres”

¿Qué influye en la toma de decisiones para un alto cargo profesional cuando un miembro es varón y el otro una mujer? ¿La capacidad, el talento, la astucia, el sexo…? Doble o nada es la propuesta que recibe Miki (Paula Cancio), la subdirectora de un periódico, por parte de su jefe (Miguel Ángel Solá). Porque, aunque esta obra, que llevamos varias temporadas disfrutando en los Teatros Luchana, comenzó hace ocho años en Argentina, hoy la mujer sigue topándose con continuas fronteras laborales que afirman que la lucha por la igualdad debe continuar. La actriz Paula Cancio nos habla sobre cómo es ser mujer en las altas esferas laborales.

Tras muchos años de éxito en Argentina, Doble o nada arrasa también en España, en los Teatros Luchana. Paula, ¿Cómo definirías esta obra?

Es un thriller psicológico donde nada es lo que parece y donde el espectador, sin duda, tiene un papel protagonista. Sería ese cuarto personaje que no se ve, pero que siempre está ahí mirando por una mirilla y va a ser determinante su punto de vista para estar más en el lado de un personaje o del otro. Pero es fundamental la presencia y la aportación del espectador.

 

¿Qué es lo que más te sorprendió la primera vez que leíste la separata?

Realmente esto es un proceso de años. No tiene nada que ver el texto que hoy interpretamos, con aquella primera Testosterona que nos llegó, así se llamaba la obra original. Cuando leí este primer texto, recuerdo que me atrajo mucho la idea de la que partía, porque representaba muchísimas ideas en ciernes aún. Todavía todo el movimiento de la mujer no era lo que es ahora. Entonces reflejaba muchas ideas que me parecían super poderosas. Una mujer que reivindicara todo lo que reivindica mi personaje desde ese lugar aparentemente masculino del mundo laboral. Pero nada tiene que ver con lo que hoy hacemos. De hecho, nuestra forma de trabajo es esa, la destrucción de lo realizado el día anterior para que el día siguiente sea una nueva función. Creo que por eso sigue tan viva y no es un cuadro pintado con cierto estatismo. Es una absoluta presencia la que debemos tener para que este tan viva.

 

¿Qué ha cambiado en ti al representar esta obra a lo largo de todos estos años?

Empezamos con esta obra hace ocho años, y las cosas han cambiado mucho. Quizás hay un momento bisagra que lo vivimos en Buenos Aires al comienzo de este proyecto, y es esa salida masiva pidiendo el apoyo al aborto. Ese fue un momento determinante para saber hacia dónde iba la obra. Donde antes había mucha risa, todo empezó a cambiar, la risa empezó a ser más contenida porque la sanción social estaba ahí y si te reías en ese momento tenías miedo de lo que pensara el de al lado. Las cosas no se tomaban tanto a broma ya. Hoy le hemos dejado mucho espacio al humor porque si no resulta una energía super tensa, pero también está el clic de ese cambio. Una comedia realista con esa risa nerviosa de saber que te ríes de algo tan machista que hoy te resulta retrograda.

 

¿Qué la comedia entre desde ahí es porque las cosas están cambiando?

Claramente. Por ejemplo, en México la obra está tildada como comedia, porque todavía en la sociedad mexicana ver a una mujer tan empoderada se ve como algo inconcebible. Hace mucho la realidad y el contexto social para entender esto de una manera u otra.

 

¿Qué ha cambiado en Miki desde que empezó el viaje de Doble o nada?

Miki ha cambiado fundamentalmente desde donde parte el comienzo de la obra. Cuando comenzaba allá por el 2013, era una Miki mucho más sumisa, casi pedía permiso por cualquier decisión o por cualquier cosa que pudiera contradecir al director, porque ella ni se creía que estuviera legitimada que pudiera pedir determinadas cosas. A diferencia de la Miki de 2023, que desde el primer momento se ve que es una mujer que pide lo que cree que es justo, con independencia de que la otra parte le vaya a decir que por ahí no es. No tiene nada que ver la Miki del 2013 con la que hay hoy en día, este personaje tiene absolutamente clara su postura a pesar de todos los escollos con los que se va a encontrar.

 

¿Qué es lo que más te conecta con este personaje?

Son muchas cosas. Pero hay algo que creo que me identifica mucho con Miki, y es esa vulnerabilidad, que todavía ella sigue pensando que con su forma de operar el periódico y de trabajar, ella puede cambiar el mundo. Su ilusión y ambición incansables. Con eso me siento muy conectada porque yo desde mi forma de actuar en muchas cosas, pienso que desde ahí es posible. Es verdad que, sin hacer spoiler, los obstáculos que va a tener esa forma de dirección y lo que le van a exigir a veces son complicados de esquivar. Pero al final lo que ella y yo mantenemos siempre es esa ilusión por lucharlo.

 

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Paula Cancio y Miguel Ángel Solá

 

En cuanto a esos obstáculos con los que se va a encontrar, en la obra vemos el yugo que todavía existe en nuestra sociedad con la intromisión en la intimidad de tu personaje como amenaza, ¿surtiría el mismo efecto sobre una figura masculina?

Creo que la intromisión en la intimidad es algo bastante equitativo ahora mismo con el escenario de las redes sociales. El hecho de que exista un Facebook, un Instagram, parece que da libertad a que una empresa pueda fisgonear en tu vida y eso vaya a determinar sobre el rumbo. Antes lo que hicieras con tu vida fuera del trabajo no suponía ningún problema, ahora está mirado con lupa. En este sentido hombres y mujeres expuestos en redes sociales pueden sentirse en ese punto de mira. Aunque es cierto que en determinados contextos lo que haga una mujer todavía está más mirado, sobre todo en el contexto sexual. Ahí está claro que las mujeres estamos mucho más señaladas.

 

¿La idea de objetivación de la mujer estanca en nuestra sociedad, siempre será un punto en contra a la hora de enfrentarse a altos cargos empresariales?

Absolutamente, la mujer sigue siendo cosificada en todos los ámbitos. Partimos de la publicidad, lo que se ve en ese estereotipo de lo que se supone que es una mujer bella o que puede acceder a ciertos privilegios. Ayer escuchaba un discurso de Blanca Portillo por la entrega de la Biznaga de Málaga a su carrera, eso me parece que es el ejemplo de hacia dónde tenemos que ir. Partir de esa idea de una mujer con un talento maravilloso, que remarca que el ser actriz no va de belleza, va de sacrificio, trabajo y esfuerzo. Todo lo demás es cosificación y tratar de hacer escala con algo que no tiene nada que ver.

 

¿Se le exige más a una mujer en un alto cargo laboral que a un hombre en cuanto al empoderamiento de la autoridad?

No creo que sea tanto el tema del empoderamiento, sino desde qué lugar se pide ese empoderamiento. Ella es una mujer empoderada, la tiene muy clara, el problema es cómo se entiende este término. El empoderamiento desde el punto de vista patriarcal, porque realmente no es masculino. Hay hombres que entienden esta autoridad desde un punto totalmente equitativo y justo. Pero aquí lo que se viene a decir es el poder desde esa herencia patriarcal donde viene definido por la autoridad, la necesidad de ser malo, donde no te dejes pisar, pero sacando tus partes más sucias, y si hay que pisar cabezas, no entra la moral en juego. Esa falta de escrúpulos por la profesión, por el oficio. Eso es un poco lo que se le está pidiendo al personaje de Miki. En cuanto a la vida en general, estamos en la línea de ganar esos derechos igualitarios, pero todavía queda mucho. En la mayoría de las profesiones, cuando una decide ser madre, aparece toda una problemática que un hombre no vive. Estamos a años luz aún.

 

¿Nos queda por luchar más de lo que llevamos luchado para alcanzar una igualdad y un fin de la cosificación femenina?

Claramente es una lucha que debe continuar. Pero creo que más que hacerlo desde el problema, tenemos que poner el foco en la solución. Yo cada día que afronto este personaje intento enfocarme en todo aquello con lo que quiero contribuir a través de Miki, porque al fin y al cabo por eso hacemos esto. Las mujeres, y también los hombres, tiene que ser una lucha compartida junto con nuestros compañeros porque si no es imposible avanzar.

 

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Y hablando de tus compañeros, ¿cómo es trabajar con un animal de escena como Miguel Ángel Solá?

Pues es un regalo cada función que hacemos. Yo me pongo ahí y digo: “a ver qué se me pega esta noche”. Es generoso y es una maravilla, tengo la suerte de que todo en el teatro lo he aprendido de él, tengo un máster Solá. La primera vez que me subí al escenario fue con él, yo venía de hacer cine, y todo lo que soy sobre las tablas es gracias a él. Creo que eso se ve reflejado en nuestro trabajo y en nuestra forma de trabajar, de no guiarnos por el texto, si no cada día seguir nuestro instinto. Esa libertad que tenemos para crear es una forma de trabajar sin miedo cuando lo hago a su lado.

 

¿En el proceso de creación de los personajes, trabajasteis también con Sabina Berman, la escritora de esta obra?

Hemos trabajado prácticamente a diario con ella. Lo que tratamos de hacer con ella es darle un poco la idea de lo que vamos viendo, qué es lo que nos está dando el público, y elaboramos desde ahí. Antes teníamos a nuestro director, que por desgracia falleció, pero seguimos desde esa idea de no seguir un texto estricto que nos deja volar. Todo esto siempre en absoluto contacto con Sabina. Es maravilloso el respeto que nos tiene y el que le tenemos nosotros a ella. Así es increíble trabajar.

 

¿Qué le dirías a todas aquellas mujeres que se encuentran en una situación similar a la de Miki?

Que se respeten y se escuchen a ellas mismas por encima de todo. Ellas saben cuál es su verdad y pueden ir a por ella.

 

¿Con que te gustaría que se quedara el público que se acerca a ver Doble o nada?

Depende mucho, pero me gustaría que por encima de todo se quedaran con la verdad que representamos, con esas infinitas posibilidades que les vamos a mostrar, y que ellos elijan. Hay algo maravilloso en este guión, y es que no hay un bueno y un malo. Son dos personas con sus luces y sus sombras que van a luchar por lo que cada uno cree que es mejor. Eso es lo que se debe quedar el espectador, que todos somos luces y sombras y ambas aportan mucho a uno mismo y al que está enfrente.

 

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