“Brasil tiene esa cosa positiva de la nostalgia que no entendemos en ninguna otra cultura”
Vinícius de Moraes fue el responsable de crear la letra de las canciones más emblemáticas de la Bossa Nova, género musical originario de Brasil, que fusionó las armonías del jazz con los ritmos propios del país carioca, llegando a alcanzar fama mundial con títulos como La chica de Ipanema, convirtiéndose incluso en un estilo de vida.
Hablamos con José Luis Sánchez, músico, doctor en traducción y profundo conocedor de la cultura brasileña, que firma como autor y productor La canción de Ipanema, el musical; espectáculo dirigido por Andrés Morte, de La Fura dels Baus, que cuenta en su reparto, además de con José Luis Sánchez, con Amparo Saizar, Ángel Padilla o Jordi Cadellans.
Una propuesta con música y voz en directo, con grandes artistas brasileños, que ocupará el verano del Teatro Fígaro y que recupera un momento decisivo de la cultura brasileña, donde la pasión de una historia de amor aparentemente imposible, acabaría dando como fruto un repertorio de canciones que han quedado para siempre en el imaginario mundial.
Pasar el verano teatral madrileño a ritmo de Bossa Nova
Este es el primer musical con ritmos de Bossa Nova que vemos en Madrid, ¿de dónde surge la idea de crear La canción de Ipanema, el musical con Vinícius de Moraes como protagonista?
Es que es tan alucinante lo que ocurrió en aquellos seis meses de 1962… Después de estrenar Homeless, tenía muchas ganas de seguir haciendo musicales y quería contar una historia que ocurriese en Brasil en aquella época; Brasil es un país con el que tengo un vínculo muy fuerte, he vivido más de 15 años allí; y me parecía una historia curiosa y muy bonita que además no es muy conocida.
Contamos una historia absolutamente desconocida entre Vinícius de Moraes y una chica mucho más joven que él. Explicamos cómo aquellos seis meses frenéticos en los que el amor y la imposibilidad de estar con la persona amada fueron el origen de esas canciones que todavía hoy siguen siendo referencia en todo el mundo. Es una música que creó un estilo de vida.
Vosotros ponéis en duda que la mujer que inspiró la canción La chica de Ipanema sea la que se hizo famosa, creéis que fue esta otra que protagoniza el musical. ¿Qué se esconde tras esta hipótesis?
Nosotros dudamos que fuera ella quien la inspirara porque Vinícius la vio dos veces, él estaba enamorado de esta otra mujer de la que hablamos en el musical. Lo más normal es que quien se la inspirara fuera esta otra mujer. Comencé a investigar, me entrevisté con Jobim – Gran compositor brasileño que, junto a Moraes, participó en la creación de la Bossa Nova – y muchos que habían conocido a Vinicius y su historia; me metí en los diarios de la época y todo me encajó cuando vi que los padres de esta chica anunciaban su boda con otra persona que no era Vinicius. Era una historia muy potente que daba sentido a las canciones. Esas letras de desesperación por no estar con la persona que realmente amas eran verdad. Todo tomó sentido. Ahora el público sabrá la historia de esas canciones y eso es lo más bonito de todo.
Como profundo conocedor de estos ritmos brasileños y sus creadores, ¿qué es lo que crees que poseen que, siendo tan identificativos de un país, han acabado formando parte de la playlist global?
Hay algo muy diferente, el ritmo, las letras, su cadencia rítmica, además de ser una filosofía de vida. Vinícius exalta el amor a pesar del sufrimiento, habla de que el sufrimiento es parte del amor y no tenemos que despreciarlo, sino darle el valor que tiene. Si no sufrimos cuando amamos, es que no sentimos lo suficiente. Él dice que la felicidad y la tristeza no son polos opuestos, que lo que está en el lado contrario es la indiferencia. Es mejor sufrir por amor que no amar, entonces, el sufrimiento forma parte del amor. Esta filosofía de valorar todo, incluso lo negativo del amor, es una muestra que es estar vivo. De hecho, se inventaron una palabra, ellos tienen la “saudade” que es una especie de nostalgia, pero sin la connotación negativa. El recordar y disfrutar de ese recuerdo, incluso en una relación dolorosa o la pérdida de una persona. Ellos tienen esa cosa positiva de la nostalgia que no entendemos en ninguna otra cultura.
¿Ese es el tono sobre el que habéis querido construir este espectáculo?
No. Eso está implícito en todo, en la forma, en las canciones, en la forma de comportarse de los personajes en el espectáculo. Lo que hemos querido transmitir en el espectáculo, primero es una música de altísima calidad, que sonará muy bien, con unas voces e instrumentos increíbles, para que la gente que vaya, le guste la bossa nova o no, alucine con la calidad de los músicos y cantantes. Y, además, queríamos contar una historia con un mensaje que es: “por amor siempre merece la pena apostar”.
¿De qué manera apostaron ellos?
Estos dos vivieron una historia en la que ella se jugó la cárcel. Si no hubieran apostado por el amor los dos, habría sido imposible. Era una época muy complicada para las mujeres, no podían estudiar sin permiso de un hombre, no podían abrir una cuenta… aquí no era mucho mejor, pero en Brasil era así. No podían casarse sin el permiso de un hombre, el padre, el hermano, aunque este fuera menor; era una cosa completamente surrealista.
A Madrid llega una versión algo diferente a la que se ha podido ver en Barcelona, una versión que se apoya más en el terreno musical.
En Barcelona era más teatro con canciones, pero yo quería que fuera más musical. Hemos cogido actores de musicales que le añaden ese toque que buscábamos, Amparo Saizar, Ángel Padilla y África Romero, y creo que la obra ha mejorado. Si ya tenía muy buena aceptación, yo creo que ahora será todavía mejor.
Siempre se dice que lo bonito de hacer teatro es que el espectáculo está vivo y está siempre abierto a ser modificado, a evolucionar.
Eso siempre es así, sí, incluso en pequeños detalles. Recuerdo en Barcelona que había una escena en la yo tocaba la canción con la que le pedía si quería ser mi novia ¡y falló el sonido! No sabía qué hacer, hasta que desenchufé la guitarra y me fui hasta las escaleras, más cerca del público, y empecé a tocar y a cantar sin micrófono ni nada. Gustó mucho y lo incorporamos al espectáculo. A veces pequeñas improvisaciones acaban gustando y quedándose.
Un aspecto que es de agradecer y muy importante de destacar es que, siendo un musical en gira, lleve la música en directo.
¡Esto solo lo hacen aventureros masoquistas porque es caro y muy complicado! (Risas) Somos diez personas en escena y todos tocamos instrumentos o cantamos, es mucho y muy complicado. Lo más fácil era traer loops, grabada la percusión, el bajo pregrabado y solo tener que meter las voces, cantar sobre la grabación, pero nosotros hemos querido arriesgarnos en pleno COVID.
¿Crees que varía mucho el gusto del público catalán al madrileño en cuanto a este género teatral?
Si, varía mucho. Nuestro objetivo era venir a Madrid. Barcelona era un lugar al que ir después de Madrid. Teníamos contrato para estrenar en Madrid, pero tuvimos que alterar el calendario y ahí nos pilló el COVID. Ahora estamos donde tendríamos que haber estado desde el principio, ha sido adaptarse un poco a las circunstancias.
El público en Madrid está muy acostumbrado a ir al teatro, tiene una cultura teatral mayor y valora más el teatro y los musicales, no se puede comparar con ningún otro lugar de España y para los musicales, para mí, es la segunda ciudad de Europa después de Londres. Para nosotros era importantísimo estar aquí. Creemos que es un público que está más acostumbrado a ir al teatro, hay mucha oferta y aun así veo las salas llenas, dejando a un lado el COVID. Creo que no hay comparación.
Quizá en Madrid los musicales funcionan mejor, pero también es verdad que en Barcelona existe una mayor cultura creativa a la hora de poner en marcha espectáculos musicales de factura propia.
Sí, es cierto, se crean más espectáculos pequeños. Pero no suelen prosperar porque no hay público, no hay cultura de musicales. Tienes que conquistar al público con nombres, creo que en Madrid no es necesario, es distinto. Creo que es un tema de educación, de costumbre, de hábitos.
¿Cómo es la puesta en escena? ¿Qué es lo que vamos a ver sobre el escenario?
Una escenografía sencilla que simula un bar en los años 60 donde se encuentran unos personajes que son músicos y escritores, en el que se va desarrollando la historia. Dos de esos personajes nos los encontramos en el presente recordando la historia; a medida que van recordando la historia, va a ir apareciendo la escena. La dirección es de Andrés Morte que es uno de los fundadores de La Fura dels Baus, ha hecho una puesta en escena muy dinámica. El espectador no tiene tiempo de pensar, es todo muy rápido, creo que consigue transportarte a esta época y da ganas de vivir en esta época.
¿Qué te gustaría que se llevara el público después de haber visto La canción de Ipanema?
Un mensaje de que las cosas no han cambiado tanto, en el sentido de que muchas veces todavía tenemos muchos prejuicios, en muchas cosas, pero sobre todo en las relaciones amorosas que se salen un poco de la norma. Ya sea por la edad, como es el caso, como por cualquier cosa que moleste a la norma social. Y luego no temer nada para que el miedo no mate nuestro corazón.