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Las dos Marías salen a pasear por Naves del Español

“La capacidad del ser humano para sobrevivir se impone por encima de la locura”

Las Naves del Español hacen un ejercicio casi paranormal e invocan al espíritu de Las dos Marías, dos míticas figuras de Santiago de Compostela, conocidas por lo estrafalario de sus atuendos y maquillaje, que salían a pasear para flirtear con los universitarios justo a la hora que da título a la función: Las dos en punto. Pero esa actitud escondía un terrible pasado: Según cuentan quienes las conocieron, Maruxa y Coralia, enloquecieron por el trato vejatorio al que fueron sometidas en la Guerra Civil, ellas se refugiaron en su propio mundo y acabaron viviendo del cariño y la caridad de la gente de la ciudad.

Hablamos con la actriz Mona Martínez que hace un sorprendente cambio de registro para dar vida, junto a Carmen Barrantes, a las hermanas Fandiño Ricart, en esta propuesta dirigida por Natalia Menéndez, sobre un texto Esther F. Carrodeguas.

 

 

Entre el empeño por sobrevivir y la tragedia de la locura

 

 

Por José Antonio Alba

Foto portada Jesús Ugalde

 

Las dos en punto recupera la figura de Las dos Marías, personajes muy populares en Santiago de Compostela por sus atuendos estrafalarios, que se dedicaban a pasear mientras flirteaban con los jóvenes universitarios, pero que escondían un pasado terrible.

Los gallegos dicen que nunca sabrán si en realidad hacían eso de dirigirse a los hombres con tanto descaro y frescura, como canto a la libertad o era esa especie de locura que habían construido para poder sobrevivir. El caso es que fueron un canto de color y libertad en medio del gris y el negro de la época, en medio de un mundo lleno de normas y leyes muy estrictas; paseaban y piropeaban a los hombres. Ellas iban por delante. Me parecen dignas de observar, de ver y de aplaudir. Fueron dos personas muy conocidas en Santiago de Compostela, sin embargo, hay generaciones que no las conocen, por eso la autora quiso escribir esta obra, porque hay generaciones que veían su estatua en la alameda de Santiago y no las conocían.

 

¿Cómo llega el proyecto a tus manos?

Me hicieron llegar la propuesta y recuerdo que cuando abrí el mail, lo primero que vi fue la imagen de ellas dos, me impactó tanto que dije que sí en el momento. Esto fue en plena pandemia, hablé con Natalia y desde el primer momento sentí algo muy especial por este proyecto.

Cuando lo leí me emocionó mucho porque entraba directamente a ese lugar donde uno puede recordar su propia historia y verla en un papel, eso tiene la connotación de un gran autor. Es como cuando lees a Shakespeare y dices: “¡Pero si esto está pasando ahora!”. Algo de eso tiene Las dos en punto. Es como un caballo al que tienes que ir sosteniéndole las riendas con mucha delicadeza porque si no te arrastra.

 

El texto de Esther F. Carrodeguas tiene una gran complejidad, está construido a base de frases cortas, de intervenciones inacabadas, de puntos suspensivos, ¿qué se te pasó por la cabeza la primera vez que lo leíste?

Cuando empecé a leer no sabía qué era esto, cuanto más leía, más preguntas me generaba, y más admiración. Era como sumergirse en un mar y comenzar a bucear. La autora ha tenido la imaginación, la inteligencia y la sabiduría para lograr que te rías, llores y te pase de todo leyéndolo. Es un poema desgarrador, con rabia por la vida, pero con sentido del humor; con ganas de vivir y de disfrutar a pesar de todo y hacer poesía con la propia experiencia.

Me tiene fascinada porque, cuanto más lo vas leyendo, más cosas vas descubriendo. Está intentado decir y no termina de decir nada con libertad. Eso lo he vivido yo en mi casa con mi padre, que fue combatiente de la Quinta del Biberón, recuerdo querer hablar con libertad y mi padre decirme lo de “Calla, calla”. Pero aparte de eso, me gusta mucho que la autora lo ha construido a través de la imaginación y el recuerdo de la gente que las conoció. Me parece fascinante.

 

La crueldad con la que fueron tratadas, la determinación de su propósito, la generosidad de quienes las ayudaron… Es una historia que muestra lo peor y lo mejor de lo que podemos llegar a ser. Es un reflejo de lo que ha sido nuestra sociedad y lo que está siendo. ¿Qué lugar queda ahí para ellas?

Cada parte de la obra tiene ramificaciones infinitas, parece que habla de ellas, pero a la vez habla de sus hermanos, de la historia de la casa, de la historia de los españoles dentro de un contexto histórico concreto, de la historia universal en estos momentos, de cómo estamos encerrados y damos vueltas sobre el mismo sitio. Está lleno de matices que cada uno puede identificar con su propia experiencia.

Ellas fueron daños colaterales de todo lo que pudo suceder en ese momento histórico. Natalia hace hincapié en el insilio: estar exiliado en tu propia ciudad, y en cómo ellas siguen queriendo vivir. Hay una parte muy hermosa de la función y es que, a pesar de todo, ellas salen guapas, se visten, se arreglan.

 

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La actriz Mona Martínez. Foto Jesús Ugalde

El trabajo de dar vida a Coralia y Maruxa lo compartes con Carmen Barrantes ¿cómo estáis viviendo este viaje las dos juntas?

He empezado a conocer a Barrantes y me parece un privilegio, aprendo muchísimo de ella, disfrutamos mucho. Agradezco mucho tener una compañera en la que poder apoyarme, porque sé que va a estar ahí en una comunión conmigo. Como actriz, a veces una no sabe cómo ubicarse en algo tan difícil, tan arraigado y tan complejo y es muy hermoso porque la historia nos va atravesando a las dos como si fuéramos una.

Natalia está creando una función que a nosotras mismas nos va sorprendiendo y lo disfrutamos mucho, nos reímos mucho, eso sí, siempre desde el respeto más profundo. Pero en el proceso hay mucha diversión en contar cómo ellas sobrevivían a ese horror tan tremendo.

 

En un primer momento uno se queda con lo estrafalario de su locura, pero si nos paramos a pensar de dónde viene eso, la lucha por huir de la oscuridad de su pasado, es estremecedora.

En el fondo ahí es donde está el tema de los daños colaterales en el que incide Natalia. En estas mujeres la locura va mezclada con ese mundo que se construyeron para saber vivir. El tema de la locura yo lo conozco de manera muy directa y es muy doloroso, sobre todo para el que la ve desde fuera, porque desde dentro no sabes si esa es la forma de vida. Y yo creo que es lo que producen estas dos mujeres, que producen mucha ternura por donde se han quedado ancladas.

Cuando veo lo que hacían estas mujeres, veo, por encima de la locura que tenían. La capacidad del ser humano para sobrevivir se impone y, si observamos, eso también está en nuestras vidas. Con la situación que estamos viviendo lo vamos a ver cada vez más, porque tenemos que adaptarnos de alguna manera, no sabemos lo que es esto, lo que nos está pasando, ni cuál va a ser la nueva forma social de comportarnos, todavía estamos ubicándonos y ahí vamos a caer bastantes.

 

¿Qué es lo que tienen Maruxa y Coralia que sólo rascar un poco en su historia emociona tanto?

Ellas tienen el don de emocionar por lo que podemos entenderlas. De alguna manera las hemos visto en todas nuestras vidas, de muy cerca, tías, hermanas, en esas generaciones de mujeres que han sobrevivido, que tenían que particularizarse de alguna manera y ellas dos mira cómo lo hicieron: Descaradas, extrovertidas, estrafalarias, eran de todo lo que una mujer en ese momento no podía ser. Tenía que ser impresionante verlas pasear por Santiago todos los días a las dos de la tarde y todos sabiendo cuál era su historia, tan dramática, sabiendo que vivían de la caridad, que no tenían cómo vivir, que sobrevivían a todo lo más doloroso que puede tener una persona. Me gusta mucho la dignidad con la que ellas vivían.

 

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Carmen Barrantes y Mona Martínez dan vida a Las dos Marías. Foto Jesús Ugalde

Da la sensación que ellas, en vez de esconderse en la oscuridad, lo hacían a través del color y la luz, ¿cómo es ese contrapunto entre ellas?

Tiene las dos cosas, los opuestos se unen. Está ese contraste entre ellas. Maruxa está todo el tiempo con el “Calla, calla” y Coralia está queriendo decir, queriendo hablar, nombrar, romper ese silencio, están en oposición todo el tiempo. La realidad de querer ser vista de esa manera, pero tener un secreto dentro, es como si todo el tiempo estuviesen pidiendo ayuda. Pidiendo a gritos no desaparecer, esa contradicción es la que las hacía visibles para el mundo y la que les sigue haciendo visibles porque, tras años de que ellas hayan fallecido, seguimos viéndonos en esa historia y queriendo pertenecer a esa historia y queriendo que se cuente para que no desaparezcan. En el fondo, han conseguido ser visibles, a pesar de, y a través del tiempo. Es un milagro.

 

¿Todo esto cómo se va a traducir en escena?

Hay algo sorpresivo en la escenografía, incluso para nosotras, porque cuando lees la obra piensas: “¿y esto cómo se mueve?” Porque están paseando todo el tiempo. Va a ser un trabajo lleno de poesía. No quiero adelantar nada, pero hay un elemento que juega con esos paseos y con la quietud de nosotras, que nos desplazamos, pero no… En momentos la escenografía va a tomar mucha presencia y ellas van a colaborar con eso y hay otras que será la escenografía la que colabore con ellas. Es una simbiosis. Natalia coordina muy bien y sabe que lo primordial es la historia, pero teniendo en cuenta todos los departamentos.

 

¿Hay previsión de gira?

Hay intención, pero no somos nombres conocidos y los programadores tendrán sus reservas. A mí me encantaría girar con esto y estar mucho tiempo haciendo esta función porque, como actriz, es una función que implica compromiso y tiene que ver con la emoción de ser actriz. Exige mucho de lo emocional y de lo físico.

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