Esta intérprete y gestora ha pasado toda su carrera trabajando en Guindalera, la compañía y la sala que fundaron sus padres, Juan Pastor y Teresa Valentín-Gamazo, un templo escénico de nuestra ciudad que ha sido pionero en muchas cosas. María Pastor ahora afronta un reto muy especial, dar vida a Yerma en el que será el último montaje de la compañía en su sala madre. Aprovechando esta doble coyuntura le preguntamos sobre cómo está viviendo este proceso que va a marcar un punto de inflexión en su trayectoria artística.
Por Sergio Díaz
Fotos: Susana Martín
Lorca tendrá un significado especial para ti, ¿no? Todo empezó con Bodas de sangre…
Sí… Mi primera experiencia en la compañía Guindalera fue con un papelito en Bodas de sangre y ahora 18 años después ‘pongo la Guinda’ en Yerma. Mágica coincidencia…
Y ahora con Yerma se cierra el círculo (último montaje en vuestro actual espacio)… ¿Por qué habéis elegido precisamente esta obra?
Indudablemente Yerma es un nuevo desafío interpretativo que estaba necesitando y que parecía que el público también demandaba desde que se inició esta última nueva etapa en Guindalera que yo impulsé y que me hizo poner el foco en la subsistencia del espacio más que en mi carrera como actriz. Pero es además un texto solido de uno de los grandes con una poética y una profundidad a la medida de las necesidades e inquietudes que venimos mostrando en Guindalera de siempre. Uno de esos textos donde el actor en un espacio vacío está por encima de todo, por encima de cualquier puesta en escena ingeniosa. Como dice mi padre «la riqueza del arte pobre, que no barato».
Esta versión nació en un taller de investigación. Me interesan mucho esos procesos de creación donde se fraguan las obras. ¿Qué nos puedes decir de ese taller, del germen del proyecto? ¿Quiénes estaban, cómo comienza todo?
Una de las satisfacciones más grandes de todos estos años ha sido poder consolidar una forma de trabajo junto a mi padre (Juan Pastor). Pero no siempre hemos podido tener las condiciones necesarias para desempeñarla. En ocasiones contamos con actores que nos enriquecen con otras formas de llegar al resultado pero no podemos emplear nuestro método al no disponer del tiempo necesario. En nuestros procesos creativos el actor interviene de una forma muy directa, es decir, no se pone donde le dice el director, crea a través de sus impulsos pero con los objetivos muy claros, con una lógica interna y para eso hay que profundizar mucho. Mi padre estudia la obra que quiere montar a conciencia durante meses antes de empezar a ensayar y por supuesto tiene una puesta en escena en la cabeza pero luego se deja sorprender por el material humano que tiene en frente y dirige a la medida de lo que el actor o la actriz pueden darle y siempre prima el proceso creativo ante el resultado artístico. Pone por delante al actor aun a expensas de su propia puesta en escena. Guindalera se abrió como una sala de creación no de exhibición. En esta ocasión hemos tenido la suerte de poder contar con unos actores, actrices y colaboradores admirables. De una autenticidad y un compromiso inspiradores. Tengo unos compañeros de viaje maravillosos como son Marina Andina, Alicia González, Raquel Pardos, Raúl Fernández, Antonio Lafuente, José Bustos y José Carrasco. La armonía ha estado presente durante todo el proceso de ensayos. Como un premio a todo lo sembrado y hemos podido contar con la colaboración ocasional y el amparo de maestros como Arnold Taraborrelli, Miguel Tubía o el propio Pedro Ojesto. Una excelente ayudantía de dirección con Jose Bustos también actor de la compañía y un entrenamiento físico a nuestra medida realizado por Carmen Vélez.
Y el resultado final es Yerma 2019. ¿Qué nos puedes decir de la propuesta? ¿Cómo habéis abordado el montaje? ¿Lo habéis traído al presente? De ahí lo de poner 2019, ¿o lo habéis hecho atemporal?
La dimensión de las palabras de Lorca parece que nos ha pedido que nos quitemos del medio. Es en ocasiones más grande que nosotros mismos, va mas allá de la propia fábula de la obra. La poética del texto está siempre detrás de la intención. Por eso hay veces que incluso llegamos a cantar. La palabra se transforma en la expresión de un estado de ánimo. En un sonido que debe nacer de lo más profundo. Aunque es aparentemente sencillo ya que no pretendemos hacer un musical, no es nada fácil.
La intención con nuestra propuesta es la de ofrecer un Yerma muy luminoso. El texto es pura sensualidad, es un canto a la vida. Nos interesaba contar Yerma tal y como está escrito pero a través de la mirada actual. Revisar la herencia de un pasado no tan lejano que está incidiendo en el presente y nos pide la necesidad de un cambio. Para nosotros el tema principal de la obra es la honra. Cómo los condicionamientos sociales pueden transformar la naturaleza. Y sí, lo situamos todo en un espacio atemporal pero estéticamente hay un eco de la cultura tartésica o la Grecia clásica. Nos queremos alejar de situar la obra en el sur de España y todos los estereotipos a los que estamos acostumbrados cuando pensamos en Lorca. Queremos conectar con nuestras raíces de una forma universal.
Tú das vida a Yerma. ¿Has tenido algún referente para meterte en su piel? De alguna versión que hayas visto…
Referentes de Yerma hay muchos. Es como interpretar a Hamlet. Es inevitable pensar en las grandes actrices que lo han interpretado a lo largo de la historia pero al final hay que hacerlo como si estuviera escrito para ti. No he investigado demasiado sobre esos referentes pero sí que me ha llamado particularmente la atención un Yerma estrenado en el National Theatre interpretado por Billie Piper en una versión para 5 actores situada en el Londres de hoy en día. Al final acabé por comprar el texto y regalárselo a mi padre, pero no tiene nada que ver con nuestra versión.
¿Empatizas con Yerma? ¿Sientes que el instinto es una fuerza tan poderosa como para hacer lo que ella hace?
Una de las muchas cosas que he aprendido de Juan Pastor en este montaje es que el personaje de Yerma va más allá de la psicología del personaje. Es algo más grande. Es mejor pensar en Yerma como un símbolo. Cuando mata a Juan es algo metafórico. Me parece mucho más interesante que intentar justificar que pueda llegar a matar a Juan tan fácilmente. Al final el conflicto principal del personaje no es la necesidad de ser madre sino la humillación por no realizar la función que se le ha encomendado. Su propósito en la vida. El mío consiste en otra forma de crear y no se dé que sería capaz si no pudiera realizarlo. ¡Espero no saberlo nunca!
Han pasado 85 años desde que se publicó Yerma. ¿Crees que las mujeres hoy día siguen sintiendo esa presión social con respecto a la maternidad? Afortunadamente parece que hemos evolucionado como sociedad al respecto, pero la liberación de la mujer ha ido muy rápido en muy poco tiempo y la presión social sigue estando ahí pero a veces pienso que ese instinto maternal (al menos en el primer mundo) parece disminuir por una cuestión de selección natural. Somos demasiados en este planeta. Pero esa es otra historia…
Al final Yerma es como una heroína trágica versión española, ¿no?
Efectivamente, Yerma se rebela. Lucha contra su destino. Para mí la anagnórisis se produce casi al final de la obra, la primera vez que le dicen a la cara «marchita».
Yerma tiene una importante parte musical y para esta versión se ha creado una música original… ¿Qué nos puedes decir de este apartado? ¿Te veremos cantando?
Creo que Pedro Ojesto merece tener una entrevista para el solo al respecto. Contar con un músico de su categoría es sencillamente un lujazo. Su composición es algo mágico envolvente, sugerente y escrito a la medida de las posibilidades del elenco. Buscando la sencillez, bebiendo de nuestras raíces bajo una mirada actual, como la puesta en escena. Siempre nos ha dicho en el proceso que nos olvidemos de cantar, que no quiere que cantemos. Así que no sé si me veréis cantando. Lo que sí te aseguro es que me veréis disfrutando. Y más en las ocasiones en las que nos acompañe en directo.
Llevas trabajando toda tu vida al lado de Juan Pastor, aprendiendo al lado de un maestro, ¿Cómo es este viaje creativo con él?
No he dejado de trabajar con Juan Pastor porque no he parado de aprender y no dejo de sorprenderme. Merece la pena profundizar en una dirección y más si es de la mano de un maestro tan respetuoso, paciente, generoso, íntegro… Un día decidí convertirme en su más fiel discípula y desde entonces he tenido el privilegio de asistir a su evolución. Mi padre no tiene nada que ver con el profesor que me dio clase en la RESAD, su auto cuestionamiento, su estudio constante, su evolución como profesor, como director y como actor, todo su trabajo e investigación de todo estos años han hecho de él un maestro sorprendentemente humilde y amable. No pienso dejar de trabajar con él y de hacerle preguntas si él me lo permite. Quiero que se anime a escribir un libro pero no deja de decirme que a quien le pude interesar… Increíble…
Guindalera va a ser otra cosa a partir de 2020, ¿Por qué habéis tomado la decisión de acabar aquí?
En El año del pensamiento mágico que dirigió mi padre, mi querida Jeanine Mestre decía algo así como: «tienes que sentir cómo cambian las olas… tienes que ir con el cambio..» Ha llegado la hora de cerrar una etapa, aprender a soltar, a dejar ir… Hemos decidido, por fin, invertir en nosotros mismos. Proyectos como el de Guindalera no tienen cabida en un país como el nuestro por lo menos hasta que no tengamos una verdadera política cultural. Mantener un espacio de estas características ha sido posible gracias a la entrega total de unas personas tan especiales e inigualables como Juan Pastor y Teresa Valentín-Gamazo (su madre). Guindalera son los mágicos montajes de Juan y la gestión de Teresa que es capaz de convertir una utopía en un hecho. Guindalera es la renuncia y el sacrificio de toda una vida. Y merecemos despedirnos en el punto más alto, sin permitir que la precariedad deje de dignificar nuestro trabajo, con la satisfacción de haber hecho lo que creíamos que debíamos hacer.
Vuestra intención es buscar nuevos compañeros de viaje ¿Nos puedes adelantar algo de lo que será la nueva etapa?
No nos gustaría que este espacio que con tanto esfuerzo hemos convertido en un teatrito tan especial se convirtiera en un supermercado o algo parecido y la compañía Guindalera tiene intención de continuar con su andadura, por tanto buscamos gente que tenga la energía, el tesón y la ilusión de desarrollar un proyecto solido y compatible con nuestra visón o filosofía, al que cederle el espacio para que se ocupe de la gestión realice su proyecto y nos permita realizar un montaje al año además de continuar en menor medida con alguna de las actividades de Guindalera, al mismo tiempo que mantiene y renueva su público. Para mucha gente Guindalera sigue siendo un lugar al que poder volver, de esos que parece que siempre están ahí, un punto de encuentro y reflexión. Un sitio cálido y familiar. Sabemos que es difícil encontrar compañeros de viaje ahora que dicen que se avecina una segunda crisis (aunque yo no tengo la sensación de que haya terminado la primera) pero tenemos mucho que ofrecer y creo que el futuro de la cultura hoy en día en este país reside en la capacidad de generar sinergias que nos hagan más fuertes. Como le dijo el gran Ángel Gutiérrez a mi padre en una ocasión: «¡Juan! Si los tiranos se juntan, porqué no nos juntamos nosotros también!». Hay que aprender a pactar y eso nos puede llevar a unificar criterios de una vez, que buena falta nos hace en esta profesión.
¿Y el futuro de la compañía cual es? ¿Tú seguirás al frente de ella?
Pretendo seguir al frente de la compañía Guindalera y me gustaría que mi padre dirigiera lo que le apeteciera sin tantas dificultades. Me gustaría poder seguir trabajando con muchos de los compañeros y compañeras con los que he desarrollado un lenguaje artístico pero también poder invitar a gente nueva con la que compartir nuestra forma de trabajo. Me gustaría no perder el contacto con el público que me ha visto crecer en ese teatrito de la calle Martínez Izquierdo, 20. Y muchas cosas más… Pero como diría Chejov: «Aquel que viva, verá…»
¿Juan Pastor seguirá dirigiendo montajes? ¿Es su intención?
Eso tendrás que preguntárselo a él.
¿Vas a buscar también nuevos caminos por tu cuenta a nivel artístico?
Yo no he dejado nunca de buscar nuevos caminos artísticos por mi cuenta. Otra cosa es que me contraten.
Y a nivel de gestora, con todo el bagaje que tienes detrás, ¿te verías en un futuro en otra sala?
En estos momentos no tengo ganas ni de pensarlo. ¡Nunca digas nunca! Pero parafraseando a Emily Dickinson te diré que mi asunto es ‘actuar’ tal vez dirigir y la enseñanza también me gusta mucho. Si contando mi experiencia puedo ayudar a los demás estaré encantada de hacerlo pero ahora mismo que emprendan otros.
Creo que cuando una sala de teatro se cierra es como un gran fracaso del que toda la sociedad somos responsables, ¿Lo ves así? ¿Crees que desde las instituciones se tendría que hacer algo más para evitar situaciones así y que no siempre pierda la cultura?
Yo no lo veo como un fracaso, es más bien aprendizaje. Solo hay que hacer del cambio la herramienta de trabajo, como me dice mi madre. Las instituciones nos han ayudado como han podido dentro de una estructura obsoleta y caótica. Puede haber voluntad política pero la mayoría de las veces son incapaces de hacer nada. El sistema no funciona y deshacer la maraña no da tiempo en una legislatura.
A nivel personal has desarrollado tu carrera en esta sala, si finalmente la sala cierra, será como si muriera algo muy importante dentro de ti, ¿no?
Dentro de mí no muere nada. En todo caso vive. Vive y late con fuerza.
¿Cómo estás viviendo estos momentos? Imagino que los ensayos, todo, se estará viviendo como algo muy emocionante, con los sentimientos a flor de piel por parte de todo el equipo…
Pues la verdad es que no. No hay ningún drama para eso ya está Lorca. Lo cierto es que todo el proceso de ensayos ha sido muy placentero y cada día que pasa pongo la atención en disfrutar y saborear el momento. «Las lilas huelen más cuando se pone el sol». Llevamos demasiado tiempo despidiéndonos con la amenaza de un cierre sobre nuestras cabezas. Llega un momento en que el deseo de liberación es más fuerte que el sentimiento de pérdida. Es cierto que yo soy de natural melancólica pero eso ahora no me lo puedo permitir.
¿Qué montajes recuerdas con más cariño de los que habéis llevado a cabo en Guindalera?
Mi padre me ha dado siempre el personaje preciso en el momento perfecto. Así que es muy difícil elegir. He podido hacer de Nina en La gaviota y es evidente que Duet for one, La bella de Amhest o todo el ciclo de las 4 obras de Brian Friel me han proporcionado grandes alegrías pero a veces papeles aparentemente más sencillos me han supuesto retos mucho mayores. Y por supuesto La larga cena de navidad es la obra fetiche de la compañía, la que más veces hemos representado y donde he podido compartir escenario con mi padre y con mi madre. Eso no tiene precio.
¿Qué nos puedes decir de la labor que han llevado a cabo Teresa y Juan como creadores e impulsores de este espacio durante todo este tiempo?
Mis padres en su día decidieron hacer el camino a la inversa apostando por la autenticidad, la integridad y la libertad creativa en un pequeño espacio antes de que se pusieran de moda las salas alternativas (alternativas a no sé muy bien qué la verdad). Pero la independencia se paga muy caro y eso supone que en ocasiones te marginen o te ignoren. Aun así siempre han sabido convertir un problema en una oportunidad. Haciendo del defecto, virtud. De la falta de medios, algo ingenioso. Y al final han demostrado que otra forma de hacer Teatro es posible. Que se puede hacer mucho con muy poco.
¿Crees que ambos tienen el reconocimiento que merecen?
Ellos nunca han buscado el reconocimiento. De ahí el camino a la inversa que antes mencionaba. A mí me costó entenderlo y por eso buscar el reconocimiento de mis padres se convirtió en mi objetivo durante muchos años, pero al fin comprendí de verdad aquello de que «en nuestros trabajos como actores y escritores lo importante no es la fama, ni la gloria con la que yo soñaba sino saber resistir. Saber resistir manteniendo la fe» (palabras de La Gaviota).
Para ti, ¿qué crees que ha significado Guindalera en la escena teatral madrileña? ¿Cuál ha sido su legado?
Guindalera ha sido pionera en tantas cosas… ¡Cosas que la gente no creería! Cosas que otros espacios han sabido hacer suyas quizá sin saber nunca donde comenzaron. Ha sido modelo de gestión independiente, ha formado a actores, ha desarrollado audiencias en más de la mitad de los institutos públicos y privados de la comunidad de Madrid, ha creado Espectadores Activos, ha impulsado la política de barrio, se ha integrado con otras disciplinas artísticas, ha confeccionado un lenguaje artístico propio y creado una forma de trabajo, ha sido residencia artística de muchas compañías. Ha dignificado la profesión cuidando mucho a todos sus trabajadores. Ha mimado a su público. Suyo es el lema «Guindalera, un gusto teatral».
¿Y crees que la gente, los espectadores, son conscientes de lo importante que ha sido Guindalera en el ámbito cultural de nuestra ciudad?
Si. Mucha gente sí. Sobre todo los espectadores. Los espectadores que ven por sistema 4 ó 5 veces cada montaje. Los espectadores que vienen de muy lejos solo para ver lo nuevo de Guindalera. Los que se movilizan para traer a más gente. Espectadores que se han convertido en familia. Ahí está el verdadero reconocimiento. A todos ellos, GRACIAS.