Foto: A. Novillo
El madrileño Café Central (Plaza del Ángel, 10), ampliamente reconocido por la prensa especializada como uno de los clubs de Jazz en Vivo más relevantes del mundo, ha invitado a la actriz mexicana Úrsula Murayama para dar vida a la genial y polifacética artista mexicana Frida Kahlo, una de las figuras universales del siglo XX, en un primer espectáculo de Kabaret-Matinée con el que decide sumar las artes escénicas a su programación musical. Bajo la dirección escénica de Enrique Simón, cada sábado y domingo de mayo, a las 12.00 horas, la que fuera mujer del pintor Diego Rivera e icono feminista recupera la voz en Frida, viva la vida, un monólogo escrito por el dramaturgo mexicano Humberto Robles.
El espectáculo, en el que Úrsula Murayama se enfrenta en todo momento a la cercanía del público, acerca a una Frida Kahlo desconocida, de la que se rescata su manera más íntima de ver la vida, su amor, pasión y delirio por Diego Rivera, su alegría de vivir, su lucha constante con la muerte, sus obsesiones, sueños y frustraciones. Acompañada de su música favorita, interpretada en directo por un trío (piano, violín y contrabajo), Frida reaparece también, a través de sus frases más mordaces e ingeniosas, como una mujer sensible, divertida y vehemente, con un apasionado amor por la vida.
Día de Muertos en Coyoacán
Esta obra de teatro, que ya se ha representado en numerosos escenarios y países desde que fuera escrita en 1998, aproxima al espectador a un día de la vida de la artista. La acción transcurre en un Día de Muertos en la cocina de la famosa Casa Azul de Coyoacán. Mientras Frida se dispone a preparar alimentos y espera a sus invitados, evoca a Diego, Trotsky, Breton, Rockefeller, París, Nueva York, el recuerdo del accidente que tantas secuelas físicas le dejó… y surge inevitablemente la presencia de la Muerte. El humor, la risa, el tequila, las pinturas, sus ‘cuatachones’, los aromas, sus recuerdos, sus miedos, sus dolores y fundamentalmente su alegría de vivir son una constante a lo largo de la obra.
Según cuenta Humberto Robles, para escribir este monólogo consultó diversos libros sobre Frida y sobre su contexto histórico, además de extraer muchos de los textos de cartas y escritos de la propia Frida: «Son literales sus impresiones sobre París, Estados Unidos, México, André Breton, lo que pensaba sobre los artistas y los intelectuales, la narración del accidente; el texto está salpicado de títulos de cuadros de Frida, así como frases o poemas escritos en su diario. Creo que la voz de Frida se deja escuchar nítida y verazmente en este monólogo».