El director británico Declan Donnellan baja Hamlet del pedestal en su aplaudida adaptación de la más famosa obra de William Shakespeare, realizada para el Teatrul Naţional Marin Sorescu de Craiova en Rumanía y que Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid estrena en su Sala Verde del 16 al 19 de enero.

Tras impactar al público el pasado año en este mismo escenario madrileño con una versión de Edipo, en la que público y actores se mezclaban en escena, el prestigioso creador vuelve con la misma compañía, con la “tragedia de un hombre que no puede decidirse”, en palabras del que quizá sea el mejor intérprete shakespeariano, Laurence Olivier.

Interpretada en rumano con sobretítulos en español, este Hamlet atormentado por la muerte de su padre a manos del hermano de este, por la boda que urde el asesino con la esposa viuda, por una joven que le ignora, navega entre la corrupción y la venganza, a la busca de la verdad y de sí mismo. Se plantea, de nuevo, la pregunta esencial de esta obra “¿Ser o no ser?». Donnellan así lo entiende, por lo que decide comenzar la historia con esta pregunta. Parece una pregunta importante, “sobre todo”, afirma el director, “porque no entendemos el porqué”.

 

 

El dilema de Hamlet, según Donellan, encarna la lucha que se da entre los seres humanos que hacen “cosas maravillosas o terribles sólo para demostrar que están aquí. Los seres humanos son el único animal que puede ser irracionalmente cruel. Y quizás esto esté relacionado con el hecho de que los humanos son los únicos animales que pueden dudar de su propia existencia”.

En un escenario sin decorados próximo al público, con unos actores vestidos de trajes de oficina prácticamente monocromático, Donellan ha construido un montaje esencial, atemporal sobre los comportamientos humanos.

Como en toda adaptación, el director británico ha ajustado el texto, hecho cortes, simplificado parlamentos, conservando las líneas esenciales de la obra para un montaje que dura menos de dos horas. A Horacio, por ejemplo, amigo de Hamlet y uno de los personajes principales, lo ha eliminado y repartido algunas de sus frases entre otros personajes. “¿Qué le has hecho a Horacio?”, le preguntó el crítico teatral Roman Dolzhansky al director después de la función. “El público es Horacio”, le respondió. “Horacio es el testigo de la historia y los personajes de la obra piden constantemente al público su apoyo silencioso. ¿Qué podemos hacer si así es como se ha contado? Debemos transmitir la historia. Y lo hacemos con alegría”.

 

<i>Hamlet</i> desde la mirada de Declan Donnellan en Madrid
Escena de Hamlet, dirigida por Declan Donnellan. Foto de Abert Dobrin.

 

En su reseña de la obra tras el estreno a principios de este mismo año en Rumanía, la crítica Oana Stoica también hace notar como el texto shakespeariano se ha reducido a lo esencial. “La historia parece más bien contada que representada, como si el propio Hamlet quisiera comprenderla y lo hiciera explicándosela al público”.

Y otra crítica, Iulia Popovici, señala que Donellan y el escenógrafo Nick Ormerod “han realizado intervenciones quirúrgicas increíblemente delicadas, simplificando los hilos narrativos, las acciones y las motivaciones de cada personaje hasta una claridad casi cristalina”.

 

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