¿Qué se siente al dirigir una institución que tiene más años que uno mismo?
Sinceramente, para mí es un orgullo y una responsabilidad muy grande, algo que tengo muy equilibrado con el amor que siento a esta casa, porque empecé desde el cuerpo de baile y fui creciendo en él, luego me fui, para volver después, como invitado primero, y ahora como director. Ese amor y ese respeto que le tengo me ayuda a sobrellevarlo bien.
Tener tanto aprecio por esta institución, ¿te hace sufrir más o disfrutarlo más?
Pues he tenido en estos años un poquito de todo, pero la verdad es que es de las épocas de mi carrera que más estoy disfrutando, me ha cogido en un momento en donde le doy mucha importancia a vivir lo que está ocurriendo. A vivir los problemas de verdad, pero también las alegrías completamente.
Como director, ¿uno debe ser más generoso que como bailarín?
Sin duda, uno cuando es bailarín, digamos, que te centras en ti, en lo que comes, en controlar tus tiempos de descanso, en estar siempre en forma, en tu danza… todo orientado a ofrecer al público lo mejor que puedas dar como intérprete. Al dirigir tienes que tener un equilibrio, debes comprender y acompañar bien a los bailarines, a los técnicos y a todas las unidades y departamentos que conforman el BNE. Hay una parte de psicología muy importante, a mí me gusta hablar mucho con todos, entenderles y preocuparme por estar siempre para ellos y lo que necesiten.
Tras tantos años ligado, de una forma u otra, al BNE, ¿qué hitos dirías que han marcado estos 45 años?
Siempre digo, y ahora lo puedo decir con más contundencia, que la persona que dirige una compañía como el BNE se tiene que dejar la vida para poder llevarlo a cabo. Son muchísimas horas de trabajo y preocupaciones porque son numerosos programas y tienes que diseñarlos y ponerlos en marcha. Por eso, creo que cada una de las direcciones que ha tenido la institución ha sido fundamental en su historia y ha dejado su impronta. A eso añadiría grandes coreógrafos que han dejado también su sello personal aquí y también grandes obras.
Supongo que también ha habido otras personas desconocidas para el público que igualmente han contribuido mucho.
Completamente, pienso, sobre todo, en grandes primeros bailarines y no sólo en estos, sino en todos los bailarines y bailarinas que han pasado por el Ballet y que se han dejado su juventud aquí. Siempre nombrar a alguien es olvidarte de muchos, pero me vienen a la mente ahora nombres como los de Ana González, Juan Mata, Merche Esmeralda o Manuela Vargas, por decir algunos. También todos ellos han dejado su huella durante estos años.
Para celebrar el 45 aniversario se va a hacer una Gala en el Teatro de la Zarzuela en la que se estrenará el documental Todo un pasado por delante. ¿Qué podremos ver en él y de dónde surge este sugerente título?
El título es una frase de Antonio Gades. Yo quería que se titulara con algunas palabras del primer director que tuvo el BNE y con eso abrir la película. Todo un pasado por delante es una expresión que decía Antonio y define muy bien la esencia de la película y la estructura y los cimientos de la compañía. Esto se va a poder ver muy bien en el documental porque el espectador viajará con nosotros a la gira de Bogotá para comprobar cómo se organiza un grupo tan grande de profesionales en estos casos. También abrimos las puertas para mostrar diversos ensayos y descubrirán, conmigo como guía, la historia de la compañía. Para esta película visité a directores y directoras anteriores y grandes figuras de la danza para que contaran momentos importantes de estos 45 años.
Además, podremos asistir a la puesta en escena de tres coreografías, ¿cómo se conjuga todo?
La confección de la Gala era complicada porque quería que la banda sonora del documental la pusiera la orquesta en directo y que, además, durante la misma estuviera presente el Ballet. Finalmente, abriremos con las sonatas de Danza y Tronío de Mariemma con el elenco femenino de las mujeres. Seguidamente vamos a hacer una versión del Zapateado de Sarasate de Antonio Ruiz Soler, que era un solo de primer bailarín y aquí se hará con todo el cuerpo de baile. Después daré paso a la primera parte de la película documental y, tras un descanso, llegarán dos coreografías: Farruca, que va a interpretar la primera bailarina; y De mis soleares vengo, de Javier Barón, con la que ganó el premio Giraldillo de Baile en la Bienal de Flamenco de Sevilla en 1988. Al terminar este apartado, veremos la segunda parte de la película y, como final, cerramos con la jota de Aragón de Pedro Azorín, un repertorio clásico dentro del Ballet Folclórico Nacional que nunca se ha hecho por parte del BNE. Estoy muy agradecido a María Rosa, Pilar Azorín y Javier García por su colaboración para llevarlo a cabo.
Durante los próximos meses vamos a poder ver al BNE en distintos espacios y ciudades con espectáculos en gira nacional como La Bella Otero, Afanador y Generaciones o internacional como Invocación, Ritmos o Invocación bolera. ¿Es una temporada especial?
Cada temporada tiene su importancia y ahora mismo estamos con muchos programas completamente diferentes en activo. Creo que es necesario que el BNE cuente con un amplio abanico de opciones para que los programadores y directores de los teatros puedan encontrar alguna opción que encaje mejor con su programación o su público. Igualmente, cuando salimos al extranjero debemos ofrecer variedad para adaptarnos a lo que buscan en un país u otro. Por otro lado, tenemos en cuenta cuáles son las necesidades de los bailarines para su crecimiento profesional. Todo el equipo está haciendo un esfuerzo enorme y, en su caso, es una locura porque en pocas semanas van cambiando de un programa a otro y es un no parar. Hace unos años se montaba una obra en 8 o 9 meses y hemos pasado a tener que trabajar en tres o cuatro, es un esfuerzo muy grande.
¿Con cuántos bailarines y bailarinas cuenta actualmente el BNE para llevar a cabo todas sus producciones?
40 en total. Además, a mí me gusta contar con todxs en escena, más los nueve músicos flamencos en directo y la Orquesta Sinfónica si vamos a teatros de ópera. Hazte una idea de lo que es trabajar con unas 150 personas.
Para que la gente pueda valorar este dato apropiadamente, ¿en otras compañías del mismo nivel en Europa con cuantas personas pueden contar?
Por ejemplo, en la Ópera de París estamos hablando de tres veces más.
Hablabas antes de ofrecer propuestas diferentes. La bella Otero, tu última creación, ¿es una buena prueba de ello?
Sí, tiene un equilibrio entre el clasicismo y la vanguardia. Además, trae de regreso al BNE las producciones con argumento y es una propuesta que llevaba casi 20 años queriendo hacer. Me surgió la idea justo al salir del Ballet Nacional de España y comenzar mi trayectoria como coreógrafo, pero sabía que era un proyecto muy ambicioso a nivel artístico y tuve que esperar el momento adecuado
En febrero presentáis Afanador en el Teatro Real, ¿de dónde surge esta colaboración entre el BNE y Marcos Morau, director de la compañía de danza contemporánea La Veronal?
Nos conocíamos del Centro Andaluz de Danza y siempre he seguido su trabajo y lo he estudiado mucho. Hace un tiempo le propuse que podría hacer una creación junto al BNE porque buscaba hacer crecer a la compañía hacia otros lugares y otros conceptos. Montamos un curso para ver cómo se relacionaba con el equipo y vi claro que podríamos hacer un gran trabajo juntos. Cuando empezamos a barajar ideas, él me mandó cinco o seis imágenes del fotógrafo Ruven Afanador sobre el mundo del flamenco en las que quería inspirarse para la nueva creación. Me quedé muy sorprendido porque precisamente, él no se había dado cuenta, ¡yo salía en una de ellas! Formaban parte de un libro del artista colombiano llamado Ángel gitano, The Men of Flamenco (luego se realizó una exposición con algunas de esas imágenes bajo el título Afanador). La idea de Marcos era dar vida a esas imágenes sobre el escenario.
¿Cómo ha conseguido trasladar esa estética y la fuerza de esas instantáneas a escena?
Lo primero, hay que decir que Ruven Afanador estuvo encantado con la propuesta y que Marcos, siendo también fotógrafo, ya cuenta con una sensibilidad muy especial para entender su trabajo. Luego ha sido capaz de encontrar un equilibrio muy bueno entre lo que él hace con La Veronal y lo que es el BNE. Para ello, ha contado con la colaboración de Miguel Ángel Corbacho, que es mi asistente en la dirección, que le ha ayudado a sumergirse dentro del flamenco y de la danza española; y con la diseñadora de vestuario Silvia Delagnea, además, de algunas personas de su equipo habitual.
Es difícil, a priori, hacerse una idea de qué puede salir de esta colaboración.
Es una mezcla explosiva que te puedo adelantar que va a tener imágenes muy impactantes porque normalmente Marcos trabaja en sus producciones con un elenco pequeño y aquí me pidió a 33 bailarines y están casi todo el tiempo todos en escena.
¿Cómo es la composición musical de Juan Cristóbal Saavedra?
Él es uno de los colaboradores habituales de Marcos y ha conseguido una mezcla muy potente con la actuación en directo del cantaor Gabriel de la Tomasa y la guitarra de Enrique Bermúdez y Jonathan Bermúdez. Por ejemplo, un elemento que él utiliza mucho, como son los tambores orientales, aquí esos sonidos se trasladan a percusión sinfónica y flamenca. Se han unido dos universos muy particulares.
¿En qué punto se encuentra la proyección internacional de la compañía? Por ejemplo, la temporada pasada hicisteis gira por México tras casi 20 años sin ir, ¿estáis trabajando para cambiar esta situación?
Lo de México fue un rotundo éxito, con una gira por todo el estado de Jalisco. Sin duda, hay que intentar recuperar la presencia del BNE en Latinoamérica y en otros países, pero cuesta mucho mover a una compañía tan grande. A lo largo de su trayectoria el BNE siempre ha tenido casa en Japón, en Alemania, en diferentes países de Sudamérica… hay que seguir intentando recuperar eso. Nosotros hemos conseguido hacer gira en Venezuela y Colombia, por ejemplo, seguimos trabajando para llegar a más sitios.
Este año habéis iniciado un proyecto para dar oportunidades a jóvenes coreógrafos.
Esta convocatoria nace porque hoy en día hay muchos coreógrafos muy buenos que no encuentran un espacio donde poder llevar a cabo sus trabajos. Antes quizás era más sencillo, si no te llamaba un ballet, te llamaba otro, hoy esto ha cambiado, esta generación lo tiene más complicado. El proyecto pretende que los coreógrafos escogidos puedan hacer un trabajo digno, que cuenten con bailarines, que tengan sus horas para trabajar en nuestra sede, donde pueden disponer de un diseño de iluminación, una escenografía, vestuario… De entre todas las propuestas coreográficas se seleccionarán tres obras con las que se creará un nuevo espectáculo que será presentado la próxima temporada.
Y a nivel educativo acabáis de poner en marcha también, junto a la Fundación Juan March, otra iniciativa llamada Danza española: folclore, flamenco y sentimiento. Este programa hace un repaso por las cuatro disciplinas de la danza española: escuela bolera, folclore, flamenco y danza estilizada, y va acompañado de una guía didáctica elaborada para la ocasión con material audiovisual, recursos online y bibliografía que será entregada previamente a los centros educativos para trabajar con el alumnado.
La verdad es que ha sido ha sido un éxito. Es un proyecto gratuito que surgió bajo la dirección de Antonio Najarro, al que hemos querido dar una nueva forma para que se adecuase a todo tipo de público, desde alumnos de conservatorio que tienen unos conocimientos ya básicos a alumnos de educación secundaria, por ejemplo. Hemos hecho diez funciones en Madrid y dentro poco iniciaremos una gira nacional con el programa.
En cuanto a conseguir, por fin, un espacio propio de exhibición para la danza, ¿vais de la mano en esta petición junto a la Compañía Nacional de Danza?
Totalmente, y no entendemos por qué no se lleva ya a cabo. Aunque somos dos proyectos diferentes tenemos que estar juntos en esto para conseguir un Teatro de la Danza y convertirlo en nuestra sede para hacer temporada las dos compañías, ya sea turnándonos o al mismo tiempo. No será que no lo merecemos, nuestros espectáculos cuando estamos en Madrid en el Teatro de la Zarzuela, Teatros del Canal o donde sea agotan las entradas. Y lo que es más importante, no puede ser que los espectadores no tengan un sitio de referencia fijo en el que puedan siempre contar con que pueden ver uno de nuestros espectáculos, como sucede en otros países con sus compañías nacionales. Es que, además, en el caso del Ballet Nacional de España, y no es porque yo sea su director, es algo que he comentado con Joaquín de Luz (director de la CND) y él está de acuerdo, es un ballet único en el mundo por su estilo y el patrimonio coreográfico que alberga.
Esta es tu quinta temporada. Por tu parte, ¿estarías dispuesto a renovar como director?
Primero, me gustaría sentarme hablar con todo el equipo y tener reuniones con el Ministerio y con el INAEM, porque no se trata de renovar por renovar, se trata de seguir haciendo crecer al BNE y saber con qué herramientas vas a contar para ello. En todo caso, con estos cinco años mi trabajo ahí queda y estoy satisfecho.
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