¿Cómo fue ese primer encuentro entre Lobato & Rojas?
Aarón Lobato: El primer encuentro entre Lobato y Rojas a nivel personal se dio gracias a María Velasco. Ella conocía a Julio de la Universidad, ya que ambos habían estudiado en la Facultad de Ciencias de la Información. Julio entró en el montaje del texto de María La ceremonia de la confusión que se hizo en el CDN, y yo estaba trabajando con ella en Lorca al Vacío, que se creó en la Sociedad Cervantina. Ahí, María nos presentó e hicimos muy buenas migas desde el primer momento. Luego, a nivel profesional, el encuentro creativo o artístico entre Lobato y Rojas creo que fue fruto de un momento de incertidumbre profesional en el que decidimos juntar nuestras inquietudes y formar la compañía.
Julio Rojas: O a trabajar en compañía, en compañía del otro. El camino, si es que se le puede llamar así, en las Artes Escénicas es, en mi opinión, algo que sólo se puede recorrer con verdaderos aliados.
¿Lo que os unió fue una conexión vital, artística o ambas?
Aarón Lobato: Fue una conexión a todos los niveles. Al final, cuando exploras algo a nivel artístico estás involucrando tus valores, tus creencias y todo tu ser en lo que haces. Nosotros definimos nuestra relación como ‘hermanos de pan’, que es una especie de hermandad no sanguínea y simbiótica.
Julio Rojas: Sí, ‘hermanos de pan’ es además un concepto que nació entre nosotros desde muy pronto. No éramos, ni somos, sólo socios, ni solo amigos, ni solo compañeros. Éramos y somos ese hermano al que le darías el pan, aunque fuera el último trozo del mundo.
¿Cómo os definiríais el uno al otro como creadorxs?
Aarón Lobato: Creo que Julio es un gran admirador de la belleza, la poesía y la brutalidad. Es capaz de formar imágenes a partir de la palabra que provocan impacto en quién las escucha o las lee, y que hacen reflexionar, disparan la mente del receptor, al mismo tiempo. Yo diría que es un poeta romántico fuera de época.
Julio Rojas: Como creador ,Aarón es una persona con una intuición bestial. Es capaz de recorrer el laberinto que supone cualquier nueva creación, gracias a la sensibilidad que tiene. Creo que tiene un sexto sentido para percibir hacia dónde puede ir una historia, o un detalle en la interpretación de un actor o una actriz, o el significado de un objeto o de un color para una pieza. Es una persona creativa en todo lo que hace y tiene muchísimo sentido del humor… ¡Y ya vale de halagos que parecemos dos folclóricas! (risas).
A la hora de crear, ¿cómo os organizáis para llevar a cabo los proyectos? Parece que están claros los roles de director y dramaturgo, pero ¿cómo intervenís en el trabajo del otro? Yo atisbo mucha transversalidad en vuestros procesos creativos, no sé si estoy en lo cierto.
Julio Rojas: Sí, hay mucha transversalidad en cada uno de nuestros trabajos. De hecho, algunas veces le he dicho que el texto debería ir firmado también por él, porque en casi todos los proyectos que hemos estrenado, la escritura ha sucedido a la vez que la escena, hemos creado la dramaturgia a partir de imágenes o puntos de partida que él me proponía, etc… Por ejemplo, en Martirio, que es uno de los espectáculos con los que celebramos nuestro 10º aniversario, la dramaturgia final es fruto de muchos encuentros, juegos y propuestas que Aarón, Alba Enríquez (nuestra Martirio), Pablo M. Bravo (nuestro ayudante) y yo hicimos durante meses en la post pandemia. Nuestro primer espectáculo Julieta & Ofelia; suicidas de toda la vida, que también retomamos para el 10º aniversario, también fue totalmente una co-creación a todos los niveles.
¿Y cómo decidís si vais a ser intérpretes de la pieza? ¿Hay que hacer caso a las tripas?
Aarón Lobato: Yo ya he desechado la idea de actuar en más piezas propias, primero porque creo que no tengo mucho más que aportar como interprete, y porque cada vez me gusta más trabajar con los actores como director. Si que es verdad que después, en nuestras piezas, veo muchas cosas mías en la interpretación de las personas que hacen nuestras obras, una especie de reflejo o de proyección, no sé si decidida por los intérpretes o no, que para mí es muy divertido de observar.
Julio Rojas: En el caso de nuestro último espectáculo, Sodoma, acordamos que tenía que ser yo quien hiciera el personaje de la pieza, pero por el carácter confesional de ese proyecto en concreto. Y yo… ¡aterrado, claro! (risas).
Más allá de los textos, vuestras propuestas siempre tienen una estética muy cuidada. ¿Cuáles son vuestros referentes a la hora de crear esas atmósferas?
Aarón Lobato: Algunos de nuestros referentes son Caravaggio, Rivera, Tomaž Pandur, Romeo Castelluci, García-Alix, Pasolini, Chema Madoz, Robert Mapplethorpe… así para citarte algunos.
Julio Rojas: Y a nivel de dramaturgia la primera que se me viene a la cabeza es María Velasco, obviamente, y también Alberto Conejero, y me encanta cómo escribe Víctor Sánchez. Y sin orden ni continuidad yo puedo citar también a Virginia Woolf, David Lynch, Lorca, Emilie Brontë, Gil de Biedma, David Foster Wallace.
Tenemos a veces pasiones contagiosas, cosas que descubre uno y que el otro termina amando sin profilaxis posible. Nos ha pasado con la escritura de Camila Sosa Villada…
Aarón Lobato: Y también con La mala costumbre, de Alana S. Portero, El cordero carnívoro, de Agustín Gómez Arcos.
Julio Rojas: La serie de El talento de Mr. Ripley… Hay un montón de cosas que nos vamos descubriendo y que compartimos.
Siempre habéis apostado por la creación contemporánea, la mezcla de lenguajes y disciplinas. ¿Sentís que el público de base ha entendido y apoyado siempre vuestras propuestas?
Aarón Lobato: Creo que el público disfruta con los espectáculos que hemos hecho, y entra en nuestro lenguaje y nuestras propuestas. Hablamos de la obra cebolla, en la que el espectador decide en qué capa quedarse, de la más superficial hasta la más simbólica, siendo cualquiera válida. En Martirio, por ejemplo, ella cita a Rocío Carrasco, y habrá para quién eso tenga un significado, y para quién pase desapercibido, y las dos cosas están bien.
Julio Rojas: Obviamente, hay muchos públicos, y muchos públicos a los que todavía no hemos podido llegar. Pero hemos podido llevar nuestro teatro desde el circuito del teatro independiente en Madrid, hasta lugares menos habituados a propuestas como las nuestras, como algún teatro municipal de pequeñas ciudades españolas. Un grupo de señoras del Imserso de cerca de Jaca, mi ciudad de origen, me piden que llevemos más obras cada vez que las veo. También hemos estado en contextos como el Festival de Otoño, el Corral de Alcalá, en el Teatro de La Abadía o el Festival de Almagro, donde estuvimos con Julieta & Ofelia; o incluso hemos ido a un festival en Bitola, que es una pequeña ciudad en mitad de las montañas de Macedonia del Norte, un país con otro idioma y, sobre todo, otra cultura. Y la respuesta siempre ha sido calurosa, siempre hemos tenido risas y lágrimas, siempre ha habido personas de esos públicos han querido hablar con nosotros, saber de dónde nació tal imagen o por qué le emocionó tal frase. Y esas experiencias, la experiencia de saber que nuestra creación ha significado algo para personas que no conocíamos de nada, ha sido algo muy hermoso.
Os digo esto porque ahora hay una creciente demanda de propuestas de risa fácil y en la que el público quiere ser protagonista del show. ¿Sentís que estamos en un cambio de rumbo dentro de las preferencias del público?
Aarón Lobato: Sí, puede haber un cambio de rumbo tanto en el público como en la sociedad. Tendencias como Tik Tok, Instagram y demás redes sociales en las que la velocidad de consumo y capacidad de concentración son mínimas, influyen tanto en el espectador como en lxs creadorxs.
Julio Rojas: Pero también es verdad que, aunque no tenga sentido generalizar, los y las creadoras de teatro, y también la gente a la que le gusta el teatro, que le gusta de verdad, no dejamos de ser un pequeño grupo de inadaptados. Es decir, creo que la gente que va a el teatro no va para que le cuenten algo con velocidad, y quien se dedica al teatro, o al menos es algo que creo que se aprende con los años, no lo hace porque quiere algo ya, rápido, ahora… no sé si me explico. El teatro es un rito muy particular.
¿Hay que darle al público siempre lo que quiere?
Aarón Lobato: No tengo una respuesta clara a eso, pero sí creo que hay que pensar en el público. Al final, entre muchas cosas, el teatro lo hacemos para que lo vea un público, y tú no le hablas igual a una persona que tienes delante que a una pared.
Julio Rojas: Y además, ¿qué quiere el público? No creo que se pueda saber con exactitud, y muchas veces eso lo deciden muchos otros de los elementos de la cadena de exhibición, como vienen a ser programadores, distribuidores, instituciones… que lxs creadorxs o el público mismo.
¿Volver a La Sociedad Cervantina es como cerrar el círculo? ¿Es un punto de inflexión en vuestra trayectoria?
Aarón Lobato: Volver a La Sociedad Cervantina es volver a casa. Es estar rodeados de personas que nos han visto crecer. Es estar en un lugar en el que creemos y apoyamos al 100%, un espacio privilegiado que ojalá pueda crecer y contar con los apoyos institucionales que un sitio tan significativo para nuestra cultura y nuestra lengua y nuestra ciudad, se merece
Julio Rojas: Sí, es como simbólico que aquí donde nos conocimos, celebremos ahora estos 10 años con dos de nuestras obras. No sé si habrá inflexión o no, pero el círculo nos ha quedado bien bonito.
Y lo hacéis por partida doble como bien ma habéis comentado antes, con dos de vuestras creaciones, Julieta & Ofelia; suicidas de toda la vida, y Martirio. ¿Cómo han cambiado estos trabajos a lo largo de los años?
Aarón Lobato: Las obras crecen y evolucionan un poco con nosotros. Es curioso como en textos que conocemos tan bien, ahora hay frases que cobran otro sentido, o momentos y escenas que disfrutamos de otra forma. Lo bueno de ambas propuestas, es que tanto nosotros como Alba Enríquez, nuestra Martirio ‘forever’, podríamos hacerlas hasta que estemos seniles y llenos de canas, porque sin haberlo decidido, ambos textos lo permiten… Pero tendréis que verlas para saber por qué.
¿Y cómo han cambiado Lobato y Rojas en estos 10 años de viaje?
Julio Rojas: Intentamos afrontar la faceta de la producción de forma más madura, menos naif.
Aarón Lobato: Las decepciones y las alegrías las manejamos mejor.
Julio Rojas: Hemos aprendido a utilizar el Excel a favor de las obras.
Aarón Lobato: Y el Drive y el calendario de Google (risas).
Julio Rojas: Pero manteniendo una cierta ilusión casi infantil que nos empuja a un nuevo tema, a un nuevo texto.
Aarón Lobato: Y afianzando los lazos, la familia de aliados que nos acompañan y que apoyan lo que hacemos.
Vuestra misión creativa ha sido la de resignificar textos y personajes de la Literatura Universal. ¿Por qué Julieta y Ofelia?
Julio Rojas: En un momento difícil de absoluta sequía laboral, decidimos hacer algo nosotros dos, crearlo desde cero. Aarón quería investigar sobre el personaje de Ofelia y de ahí surgió que yo hiciera Julieta. Nos parecía apasionante soltar a esas dos heroínas trágicas a un ring en el que ya no estuvieran condicionadas por sus célebres novios o por los corsés de su época o por el verso isabelino. Y así nacieron, como una tabla de salvación, como un juego, y como una propuesta iconoclasta, que pudiera mezclar las cosas que nos gustan a los dos como la atmósfera ‘panduriana’, los dos personajes como iconos de nuestra cultura pop, el tema del género, el transformismo, el teatro y lo teatral como un juego. Para eso fueron esenciales muchos aliados, como te decíamos antes: María, Pablo nuestro ayudante, Amanda, Chevi Muraday, Felype de Lima, etc…
¿Por qué Martirio?
Aarón Lobato: Martirio surgió en los meses posteriores al confinamiento de 2020. En un estreno teatral nos volvimos a encontrar con Alba Enríquez, con la que habíamos hecho Wände_Wunde en el Teatro de La Abadía, y que no sé si sabéis, es una de las mejores actrices de este país. Como los tres estábamos entre la ruina y la parálisis, decidimos empezar a quedar para ver qué podía surgir. Y después de barajar a muchos personajes, llegamos a Martirio. Cada uno aportó a nuestra Martirio algo que necesitábamos transformar para esa creación: la relación con la muerte, con nuestras madres, con ella misma como mujer, con la posibilidad de escape después de una época oscura… Y gracias a este personaje, como hace el propio personaje en la función, pudimos transformar muchas de esas cosas. Todos tenemos una madre, y casi todos tenemos una idea en la cabeza de quién es Bernarda Alba, y por eso, la desaparición de Bernarda, nos parece un punto de partida que es oro para un personaje como Martirio.
¿Quedan muchos de esos personajes por resignificar? ¿Es necesario que lo hagamos para comprender mejor quiénes somos en relación al otro?
Aarón Lobato: Al final la resignificación es la identificación. Nuestra forma de acercarnos a los personajes o a las historias es ir hacia ellos para ver cómo podemos identificarnos con lo que les ocurre.
Julio Rojas: Supongo que pueden ser remanentes de nuestra formación en origen como actores. Ese condicional mágico de “¿y si…? ¿qué podría pasar si…?”.
Aarón Lobato: Pero siempre implica un salto de fe, una decisión al decir “voy a creer en esto”. En Wände_Wunde, el proyecto que hicimos en La Abadía en 2019, un disparo metafórico lanzaba a los seis actores al instante de la caída del muro de Berlín, y los convertía en alegorías de ese momento: la patria, el individuo, el sistema, el este, el oeste…, porque queríamos intentar comprender por qué aquel suceso, para nosotros que éramos niños nacidos después del muro, significó lo que significó.
¿Es necesario también hacerlo con relación a cuestiones identitarias y de género?
Aarón Lobato: Todas nuestras obras hablan de identidad, de quiénes somos en relación con el mundo, o de lo que el mundo ha hecho con los personajes de nuestras obras. Concretamente, en los casos de nuestras Julieta & Ofelia, y nuestra Martirio, las tres mujeres comparten un espacio limitado, un cuadrilátero del que no pueden salir. Y esa estructura escénica puede significar muchas cosas, puede significar lo que cada espectador quiera, pero el propio dispositivo escénico encierra una metáfora: la de las estructuras de género, sociales, familiares, laborales y estéticas, con las que, como sociedad, como participantes del relato, se ha sometido a las mujeres. Y de la transformación que puede surgir cuando esa estructura desaparece.
El prólogo del díptico de ambas obras en Ediciones Antígona es de la reciente Premio Nacional de Teatro, la ya mencionada María Velasco, la persona que os unió. ¿Cómo os hace sentir ese galardón que ha recibido?
Aarón Lobato: Es lo más. Nos hace sentir lo más bonito que se pueda sentir.
Julio Rojas: Tenemos audios, videos y mensajes del día que nos enteramos que básicamente son gritos de alegría. Los dos hemos trabajado con ella desde que éramos unos niños de 20 años. Siempre hemos creído en ella como autora, como creadora, como persona y como voz única que es de nuestra dramaturgia.
Aarón Lobato: También hemos pasado momentos de mierda, juntos los tres, por separado, en díptico o en terceto.
Julio Rojas: Yo me acuerdo cuando en uno de nuestros proyectos juntos, una representante y distribuidora de toda la vida de la profesión, me dijo: “los textos de esta chica nunca van a llegar a nada”. Algún director dijo que sus textos eran irrepresentables… ya sabes, esas Vacas Sagradas. Y qué quieres que te diga, cuando sus textos han llegado tan lejos, ha ganado todos esos premios y han dado la vuelta al mundo, pues uno no puede más que alegrarse mucho. Mucho, muchísimo.
Vuestra trayectoria nace junto a la de personas como Lola Blasco, Alberto Conejero, Sergio Martínez Vila o la propia María Velasco. ¿Os consideráis parte de una generación dorada de nuestras Artes Escénicas?
Aarón Lobato: A ellos los considero una generación dorada de las Artes Escénicas que tenemos la suerte de conocer, admirar y tratar como amigos. Es un orgullo tener a personas geniales y así de talentosas cerca.
Julio Rojas: Yo empecé a escribir teatro gracias a algunos de ellos, y por eso siempre estaré agradecido. No sé si son, o somos, sin falsa modestia, una generación dorada, porque creo que más bien todas las generaciones nos consideramos la ‘generación perdida’, pero todo bien, ¿eh? (risas).
¿Cómo veis la escena teatral independiente de Madrid?
Julio Rojas: Difícil, precaria, llena de talento, pero escasa en apoyos. No puede ser que espacios como Nave 73, haciendo lo que hacen por este sector, hayan compartido una situación tan delicada como lo han hecho en sus redes sociales. Yo creo que podría haber un reparto de recursos mucho más equitativo y proporcional, porque recursos, hay. Que sería posible un acceso más abierto y transparente a espacios públicos en los que hacer residencias de creación, porque espacios públicos, hay. Que creadores independientes compitan con los mismos baremos para ayudas públicas, con empresas culturales con estructuras económicas totalmente asentadas, es algo muy David contra Goliat, algo muy injusto. No pueden seguir sucediendo sainetes institucionales y estructurales como los que todos sabemos, y que no pase nada.
¿Y cómo encaráis el futuro? ¿Por dónde creéis que pueden pasar los próximos 10 años de Lobato & Rojas?
Aarón Lobato: Ojalá que pasen por el teatro. De momento sabemos que volvemos con Sodoma en mayo de 2025, y con esa función cerraremos nuestro 10º aniversario.
Julio Rojas: Estaremos en Madrid en un teatro que todavía no podemos decir, pero al que nos hace muy felices llevar esta función, porque es un espacio muy querido y en el que hemos aprendido mucho como profesionales. Además, Sodoma sólo hizo dos funciones en el Festival de Otoño, que se llenaron nada más salir las entradas, así que es una oportunidad para que el público pueda ver nuestro último trabajo.
Aarón Lobato: Del que Julio dice que es “su texto más personal”.
Julio Rojas: Mira que eres tonto (risas).
Aarón Lobato: Es un texto muy valiente, muy hermoso y honesto, en el que además tenemos a dos actores jóvenes, pero jóvenes de verdad, como son Jon Muñoz y León Molina, que son una maravilla, y la mejor travesti que podemos imaginar, Hornella Góngora.
Julio Rojas: Además, también estamos ya con algunas ideas para otros proyectos, pero eso ya es cosa del futuro. De momento nos quedamos con Martirio, Julieta y Ofelia, en noviembre en la Cervantina.
¿Se sueña también con un Premio Nacional de Teatro?
Aarón Lobato: O con un Premio Godot (risas). Se sueña con seguir trabajando, con seguir haciendo teatro, y si un premio ayuda a que eso ocurra, bienvenido sea, claro.