El día 10 de mayo estrena ‘Réquiem’ en el Teatro Fernán Gómez. En Godot tenemos la inmensa suerte de contar con un texto dramático cada mes firmado por esta gran actriz, creadora total que en este montaje de enorme impacto emocional recuerda a su padre, con quien pasó sus últimas semanas de vida antes de su fallecimiento. Un soliloquio lleno de amor y libertad
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
¿Cuándo fue la última vez que tu padre te vio en el escenario?
En enero del 2015, formaba parte del elenco del Rinoceronte de Ionesco que dirigió Ernesto Caballero para el María Guerrero. No pudo asistir al estreno porque lo acababan de hospitalizar; a la semana le dieron el alta y fue cuando aprovechó a venir. Después, lo volvieron a ingresar y ya no salió.
¿Y la primera? ¿Qué te dijo? ¿Qué pensaba de que fueras actriz?
Empecé en el teatro trabajando como bailarina, llevó muy mal que yo me dedicara a esto, tanto que de primeras no lo aceptó: me fui a vivir por mi cuenta muy temprano, con 18 recién cumplidos. Fue doloroso, en aquel entonces yo no era capaz de comprender que la intolerancia de mi padre nacía de una preocupación, y esa preocupación de su amor por mí. Dos años después acudió con sus dos hermanas a ver un espectáculo del Pasapoga en el que yo trabajaba. Vino el portero a decírmelo al camerino. Me puse muy nerviosa, me daba mucha vergüenza que mi padre me viera con los biquinis de lentejuelas, los tacones y las plumas: era el retrato exacto de mi desobediencia para con él. ¿Me aceptaría, me querría igualmente? Tanto mis compañeras del ballet, como los camareros de la sala, estaban expectantes por ver lo que pasaba cuando saliéramos al escenario y me viera en esas después de tanto tiempo. Allí estaban, sentados en la mesita centroizquierda de la primera fila -el Pasapoga era una sala de fiestas donde se tomaban copas mientras se veía un espectáculo de variedades. Mi padre me señaló con el dedo al reconocerme y después se echó las manos a la cabeza. Sus hermanas lo consolaron inmediatamente dándole friegas en la espalda. Cuando acabó el espectáculo se fueron sin saludarme y también sin pagar, del soponcio se olvidarían, el caso es que me pasaron la cuenta de sus bebidas a mí. Fue bochornoso. Tardó unos cuántos años en volver a ver un espectáculo en el que yo participara, pero, una vez que lo hizo, no se perdió ni uno y mostró siempre el orgullo que sentía. En su lecho de muerte pasó una cosa preciosa. Me dijo, “¿te acuerdas de aquel día? Eras la más guapa…” No sé cómo me lo dijo, pero comprendí que me estaba hablando de aquella noche del Pasapoga. “Papá, ¿por qué no me lo has dicho antes?” “Te lo digo ahora: la más guapa eras…”. Fue muy hermoso. Me alegro mucho de que me hayas hecho esta pregunta, esta es una escena que quería haber escrito y metido en Réquiem pero finalmente no lo hice. Acabas de introducirla tú.
¿Qué diría si pudiera ver Réquiem?
Realmente no lo sé, tengo mis dudas. Pero no me incomodan esas dudas. Hace unos años, antes de estrenar protAgonizo, le expliqué que iba a hacer un espectáculo completamente desnuda en el que hablaría de algunos capítulos de mi infancia y por tanto de nuestra vida, más que nada para avisarle. Todos los días me llamaba por teléfono pidiéndome que no lo hiciera, que me pusiera una malla de color carne, lo que fuera, pero que no saliera desnuda. Me lo puso difícil, no quería herirle, entré en conflicto. Finalmente seguí el impulso de otra cosa interior que me pedía que siguiera adelante y estrené. Lo sorprendente fue que se hizo fan del espectáculo y vino muchísimas veces a verlo, llevaba puesta la chapita de dos rombos -que era el logo del espectáculo- siempre que quedábamos para vernos. Fue su manera de darme su visto bueno. Creo que si le hubiera dicho que iba a hacer Réquiem le habría pasado lo mismo, de primeras le habría parecido mal, pero, al verlo, hubiera captado el cariño con el que está hecho.
¿Réquiem (le) habla (a) de tu padre o a (de) todos los padres? ¿O (a) de todos los hijos?
Perder a un padre es un tema común, aunque hables del tuyo y de su muerte estás hablando de cualquier padre y con lo que un hijo se encuentra al perderlo; hablar de la dificultad en las relaciones paterno filiares también es algo común; encontrarse con la sorpresa de un cambio de valores ante ciertas vivencias, lo mismo… Cualquiera puede reflejarse en estos temas y otros que toca el espectáculo. El eje central de Réquiem es la muerte, pero de lo que habla es de la vida.
¿Cuál ha sido la gran enseñanza para la vida de la muerte de tu padre?
La constatación de que cualquier idea que nos hacemos sobre algo pude ser desmentida y mostrarnos otro rostro. Hasta la muerte tiene una cara bella, yo se la he visto.
¿Qué estructura sigue la obra? ¿Tiene un por qué?
Son textos cortos que se van entrelazando. Cada uno relata una historia, un sueño, alude a momento relevante en la memoria o plantea una pregunta. Tienen una entidad en sí mismos y podrían ser narrados aisladamente de los demás, pero, sin embargo, pareciera que buscan perderse desembocando en otro nuevo y así. Quizá para intentar contar lo mismo, pero desde otro lugar o no alcanzar a contarse. Cosas de las trenzas.
¿Cómo vas construyendo estas piezas tuyas tan personales: ¿se hacen con el tiempo, se van madurando y acomodando en el interior…?
Escribo cuando algo me tiene removida, entonces acudo a un papel o a un Word para soltarlo. Allí comienzo a jugar con ello, a darle vueltas. Si me lo pide, voy echando algunos ingredientes más y vuelvo a remover. Después tapo la cazuela y que cueza a fuego lento. Sí, tardo mucho en montar un espectáculo, más de un año. Y en encontrar un lugar donde estrenarlo tranquilamente otro.
Eres un ejemplo de actriz-creadora total. ¿Cuáles son las satisfacciones que te aportan estos procesos? ¿Y las dificultades o sinsabores?
Los sinsabores son muchos, no es nada fácil resistir. Los ‘creadores de pequeño formato’ nos vemos muy solos y muy poco apoyados. No salen bolos, cuando vas a taquilla (la mayoría de las veces) es una ruina: entre que pagas a tu técnico y demás gastos no cubres ni por asomo; si tienes suerte y te dan una subvención cuenta con que te vas a dejar la salud y la alegría intentando justificarla… El trabajo y el esfuerzo que se hace para sacar adelante una producción de estas no está pagado, se hace por esa satisfacción de la que hablas: no sólo de pan vive el hombre. Que alguien del público venga y te de un abrazo o que le veas tú en la mirada que se ha quedado tocado, no tiene precio.
¿Hay lugar en el teatro español para muchas como tú? Lo digo por las “exigencias” del mercado, que poco tiene que ver a veces con el arte, ¿no?
No hay lugar para muchas en general, puedes quitar el ‘como tú’. Contrariamente pienso que, actualmente, ‘Arte’, es sinónimo de mercado. Si la búsqueda de uno va por otros derroteros, sin pactar mucho con esa idea de ‘arte’ que se ha impuesto desde arriba, es cuando te quedas un poco fuera del mercado.
¿La muerte solo puede tragarse con cierta dosis de humor?
La muerte es intragable, se queda ahí, dando vueltas. Otra cosa es que, para sobrellevarla, tratemos de quitarle hierro. El humor aligera por momentos, pero la bola siempre vuelve.
¿Cómo se llevan la muerte y el amor?
Yo, esta frase, en lugar de meterla entre interrogantes la metería entre exclamaciones.
Sigue los pasos del espectáculo en: requiemrotura.blogspot.com
Teatro Fernán Gómez
Del 10 al 27 de mayo