La fragilidad del cielo

En una oscura habitación, donde los hilos de luz entran débilmente por las rendijas de las ventanas tapiadas, el farol que Odell trae en su mano alumbra apenas un espacio atestado de libros y papeles, un lugar caótico donde el olor a encierro es asfixiante. Un lugar que su hermano Bruno ha habitado los últimos años de su vida, mientras una enfermedad congénita lo ha ido dejando ciego. Odell no llega sola, detrás de ella, Ilse la sigue, dejándose llevar por los desconocidos pasillos de la magnífica casona de los Natch. Ilse, una institutriz devenida en asistente, una dama impasiva, con total ausencia de apego en su voz.

Bruno aparece desde la oscuridad como un monstruo hecho de sombras, montando un espectáculo que pretende no solo asustar a la visita, sino avergonzar a su hermana. El rechazo ante una nueva asistente es tan evidente, como la necesidad de espantarla con ironías y ataques solapados. Ilse no se inmuta, es inmune a él, y esa distancia, la vuelve una mujer insoportable; pero que al mismo tiempo lo atrae como a un niño y lo excita. La naturaleza animal de él y la espectral femineidad de ella, se encuentran en medio de la desolación, convirtiéndose, paulatinamente, en un deseo irrefrenable que los confronta y los deja al desnudo.

Ilse llega a romper el pequeño mundo que Odell ha construido durante años, duros años abocados al cuidado de un hermano que ha perdido el alma en el proceso de perder la vista, años en los que ella misma ha perdido a su hijo Pepín, su hija Agnes la abandonado para vivir en la ciudad, y su marido, siempre tiene asuntos más importantes que atender. Odell resiste ante la inminente destrucción de su castillo de arena, batalla contra la irrefrenable fuerza de un deseo cargado de erotismo que arrastra a Bruno hacia Ilse. Odell lo intenta todo, está dispuesta a todo, dará lo que su alma tiene para dar, o lo único que le queda, o lo último que le queda. Ninguno de los tres imagina que la noche que Odell entra en la habitación de Bruno seguida por Ilse, iniciarán el camino hacia el amor, la expiación y la muerte.