Fotos: Christophe Raynaud de Lage
Angélica Liddell invoca al cineasta sueco Ingmar Bergman, quien escribió el guion de su funeral como si fuera su última obra maestra, y le toma la palabra.
Rodeada de actrices y actores del Dramaten -el Teatro Nacional de Suecia- y de sus habituales cómplices de su compañía, la intérprete española nos invita a contemplar nuestras fantasías enterradas y nuestros terrores tácitos, hasta tener que enfrentarnos al demonio final: no la Muerte, sino la Vanidad.
Los espectáculos de Angélica Liddell arrojan luz sobre “lo que uno no se atreve a hablar en las cenas”: este discurso ardiente que encuentra refugio en el escenario y que ella llama “la pornografía del alma”.